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Estimulación magnética transcraneal como terapia para la ansiedad

Investigaciones y desarrollos de un equipo internacional liderado por científicos italianos

Método para atacar la ansiedad. Trabajo científico a cargo de dos expertos italianos.

Redazione Ansa

(ANSA) - ROMA 3 JUL - Las molestias relacionadas con la ansiedad y la respuesta al estrés podrían ser neutralizadas gracias a la Estimulación magnética transcraneal (TMS), es decir, la neuroestimulación, y evitar así reacciones corporales de alarma asociadas a la memoria traumática. Así lo revela un reciente estudio del equipo de investigación coordinado por Benedetto Sacchetti, del Departamento de Neurociencia, y Raffaella Ricci, del Departamento de Psicología, ambos de la Universidad de Turín, publicado en la revista científica eLife que ha comprobado con éxito el procedimiento.

     "La investigación reviste una gran importancia desde el punto de vista clínico, porque saca a la luz una nueva herramienta que podría en un futuro acompañar de forma complementaria a otras estrategias terapéuticas para ayudar a todas las personas que han vivido experiencias traumáticas o que sufren de ansiedad", explica Eugenio Manassero, uno de los investigadores.

    "Teniendo en cuenta la necesidad de mejorar la calidad de los tratamientos desde una óptica de promoción de la salud y del bienestar de la colectividad, esta investigación podría abrir un nuevo horizonte en esta dirección", añade.

     La investigación parte del hecho de que, tras una experiencia traumática, en el cerebro se forma un recuerdo del acontecimiento que encierra dos componentes principales: la representación consciente de lo que ocurrió y la equivalencia emotiva asociada a ese episodio. Esta última se manifiesta a través de modificaciones de las respuestas corporales (como el aumento del latido cardiaco y la sudoración), percibidas como desagradables por la persona, provocando sentimientos de miedo o pánico.

     La técnica de TMS, aplicada a la parte media de la corteza prefrontal anterior (aPFC), permitió modular la actividad de áreas específicas del cerebro de forma no dolorosa y no invasiva, con el resultado que después de la neuroestimulación, mostrando a los participantes el estímulo amenazante, el grupo estimulado en la aPFC mostraba respuestas corporales de alarma notablemente inferiores respecto al grupo de control sometido a una estimulación placeba.

     La atenuación de las respuestas emotivas persistía también a largo plazo, sin poder recurrir a la neuroestimulación, pese a que el recuerdo consciente de los estímulos amenazantes no fuese dañado de algún modo (ANSA).

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