El 12 de noviembre de 2014, la sonda Rosetta de la Agencia Espacial Europea se despidió del módulo de aterrizaje Philae que había atravesado con ella el Sistema Solar: lo soltó para que comenzara a descender hacia el cometa 67/P Churyumov-Gerasimenko hasta posarse en su núcleo rocoso.
Fue el momento crucial de una de las misiones más ambiciosas jamás emprendidas en el espacio, hasta el punto de rivalizar con el alunizaje del 20 de julio de 1969, y a la que Italia hizo una contribución destacada desde el punto de vista científico e industrial.
Philae, fruto de la colaboración entre las agencias espaciales de Alemania (Dlr), Francia (Cnes) e Italia (Asi) y diseñado por Amalia Ercoli Finzi del Politécnico de Milán, lleva el nombre de otra italiana, Serena Vismara, que tenía 15 años de antigüedad en el momento en que partió la misión, el 2 de marzo de 2004.
Con la sonda Rosetta, Philae había recorrido el Sistema Solar durante diez años, con el apoyo de un ordenador con una potencia de cálculo comparable a la de un PC de finales de los años 1980 y menos de un megabyte de memoria que nunca perdió un solo golpe durante ese larguísimo viaje.
Una vez que Rosetta se despidió, el módulo de aterrizaje inició su increíble descenso hacia un paisaje duro, formado por picos pronunciados, pendientes y cráteres: las primeras imágenes del cometa, llegadas unos tres meses antes, lo habían demostrado, y ese descenso estaba lleno de incógnitas.
Debido a un problema con los dispositivos de anclaje, Philae rebotó tres veces en la superficie del cometa, acabando al borde de una grieta y en una posición que dejó expuesta a la luz solar sólo una pequeña parte de los paneles necesarios para alimentar las baterías y continuar la segunda fase de su misión, que supuso la entrada en funcionamiento del taladro diseñado y construido en Italia y que por primera vez exploraría el suelo de un cometa.
Habiendo agotado la energía inicial de sus baterías, el 14 de noviembre el módulo de aterrizaje cayó en un estado de hibernación del que despertaría aproximadamente ocho meses después. Desde entonces, las comunicaciones con Rosetta se han reanudado, pero de forma muy irregular, hasta el último contacto en julio de 2015.
La misión de Philae terminó oficialmente en julio de 2016, pero a pesar de las dos desventuras el módulo de aterrizaje logró enviar importantes datos científicos sobre el cometa a la Tierra.
Italia estuvo entre los protagonistas de esa memorable misión, concebida por la planetóloga Angioletta Coradini, fallecida en 2011.
En ella participó con la Agencia Espacial Italiana, con las universidades Parthenope de Nápoles y la de Padua, el Politécnico de Milán, el Instituto Nacional de Astrofísica (Inaf) y el Consejo Nacional de Investigaciones (Cnr). El papel de la industria es destacado, con las empresas Thales Alenia Space (Thales-Leonardo) y Telespazio (Leonardo-Thales). (ANSA).
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