Salió a la luz tras el derretimiento de la nieve y el hielo provocado por el cambio climático, conserva rastros de vida que se remontan a 280 millones de años.
Los primeros hallazgos, recuperados hace unos días a 3.000 metros de altitud en una espectacular operación apoyada por un helicóptero, se mostraron por primera vez en el Museo de Historia Natural de Milán. El yacimiento fosilífero, descubierto casualmente por la excursionista Claudia Steffensen de Lovero (Sondrio) y documentado por el fotógrafo naturalista Elio Della Ferrera, fue estudiado por el paleontólogo Cristiano Dal Sasso del Museo de Historia Natural de Milán junto con el geólogo Ausonio Ronchi del Museo Universidad de Pavía y el icnólogo (estudia marcas y huellas de seres vivos) Lorenzo Marchetti del Museo de Historia Natural de Berlín.
Los expertos han reconocido huellas de tetrápodos (reptiles y anfibios) e invertebrados (insectos, artrópodos), a menudo todavía alineadas para formar "huellas", o paseos que tuvieron lugar en el Pérmico, el último período de la era Paleozoica.
"En aquella época aún no existían los dinosaurios, pero los autores de las huellas más grandes encontradas aquí debieron tener todavía unas dimensiones considerables: hasta 2 o 3 metros de longitud", afirma Dal Sasso. Además, en este nuevo yacimiento, en algunas superficies se encuentran huellas fosilizadas de al menos cinco especies diferentes de animales (al tratarse de huellas y no de esqueletos, es más correcto hablar de icnoespecies), lo que permitirá realizar reconstrucciones paleoecológicas precisas.
"Las huellas se dejaron cuando estas areniscas y esquistos aún eran arena y barro empapados de agua, en las orillas de ríos y lagos que periódicamente, según las estaciones, se secaban", explica Ronchi. "El sol del verano, al secar esas superficies, las endureció hasta el punto de que el regreso del agua nueva no borró las huellas, sino que, por el contrario, las cubrió con arcilla nueva, formando una capa protectora", detalló el experto.
"El finísimo grano de los sedimentos, ahora petrificados, ha permitido conservar detalles a veces impresionantes, como las huellas de las yemas de los dedos y de la piel del vientre de algunos animales", añadió Marchetti. "La forma y el tamaño de las huellas indican una calidad de conservación y una paleobiodiversidad notable, probablemente incluso superior a la observada en otros depósitos de la misma edad geológica en los sectores Oróbico y Brescia", completó. (ANSA).
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