La investigación, realizada por el Trinity College de Dublín y la Universidad de Copenhague, contó con la participación del paleontólogo de la Universidad de Pisa Luca Pandolfi y fue publicada en la revista Nature.
Pandolfi, paleontólogo del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Pisa, estudia la evolución y extinción de los grandes mamíferos continentales también en relación con el cambio climático.
Los uros domesticados eran animales bastante similares a los salvajes, pero un poco más pequeños, con cuernos menos desarrollados que indicaban una mayor mansedumbre.
De hecho, Julio César en el De Bello Gallico (6-28) describe al uro salvaje como un animal de tamaño ligeramente menor que el elefante, rápido y de carácter particularmente agresivo.
De los restos fósiles se desprende que los uros salvajes podían alcanzar una altura de poco menos de dos metros, pesar una tonelada y tener cuernos de más de un metro de largo.
Su presencia dominó las faunas de Eurasia y el norte de Africa desde hace unos 650.000 años, para luego sufrir un fuerte descenso desde fines del Pleistoceno, hace unos 11.000 años, hasta su extinción en la edad moderna. El último ejemplar conocido fue abatido en Polonia en 1627.
"El estudio publicado en Nature analizó por primera vez esta especie para comprender su historia evolutiva y genética a través de restos fósiles encontrados en varios sitios de Eurasia, incluida Italia y el norte de Africa", observa Pandolfi.
"De los hallazgos se extrajeron muestras de ADN antiguo, que incluyen esqueletos completos y cráneos bien conservados. Su análisis - continúa - permitió identificar cuatro poblaciones ancestrales distintas que respondieron de manera diferente a los cambios climáticos y a la interacción con los uros europeos".
En particular, agrega, "sufrieron una drástica disminución tanto de su población como de su diversidad genética durante la última glaciación, hace unos 20.000 años, lo que redujo su hábitat y los empujó hacia la península itálica o ibérica desde donde posteriormente recolonizaron toda Europa".
"En el Cuaternario, era que va desde hace 2 millones y medio de años hasta hoy, el uro fue protagonista de los ecosistemas, contrayendo y ampliando su hábitat en relación con las vicisitudes climáticas que caracterizaron este período. Los huesos de estos majestuosos animales cuentan a los paleontólogos la historia del éxito, la adaptación y el declive de una especie a cuya extinción nosotros mismos contribuimos", concluye Pandolfi.
Ampliamente distribuidos en Europa y Asia y desaparecidos por completo hace unos 500 años, los uros son considerados los antepasados ;;de las vacas y los toros actuales, pero se sabe poco sobre su historia evolutiva.
Para reconstruirla, los investigadores analizaron el genoma de 38 restos fósiles de numerosos yacimientos que datan de hace 50.000 años y descubrieron algunos elementos interesantes, entre ellos la existencia de tres poblaciones genéticamente distintas entre las que vivieron en Europa.
Los cambios climáticos, como el período glacial, tuvieron un impacto importante no sólo en su distribución sino también en la variabilidad genética que, según señalan los autores, ha atravesado varios cuellos de botella. Uno de ellos ocurrió hace poco más de 10 mil años, al final de la última glaciación, y precisamente en el mismo período se domesticaron los primeros uros en Mesopotamia.
Los datos genéticos indican que el ganado actual se originó a partir de muy pocos uros, lo que indica que la domesticación se produjo de forma voluntaria por parte de algunos grupos humanos que comenzaron a seleccionar algunos individuos de uro específicos que consideraban más adecuados y dóciles. (ANSA).
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