La formación de gránulos de ARN y proteínas en las células nerviosas es un proceso que normalmente ocurre en respuesta a condiciones de estrés, pero que en algunos casos puede volverse crónico y provocar un bloqueo del transporte entre el núcleo y el citoplasma, lo que desestabiliza a las neuronas.
Las investigaciones previas se habían centrado en distintos aspectos de la enfermedad, como las placas de beta amiloide, los ovillos de la proteína tau, la inflamación y diversas disfunciones celulares.
Los investigadores, liderados por Paul Coleman, sostienen que todas estas alteraciones podrían estar relacionadas con una única causa: los llamados "gránulos de estrés", agregados de ARN y proteínas que se forman temporalmente en respuesta al estrés celular, desencadenado, por ejemplo, por mutaciones genéticas, inflamación, exposición a pesticidas, virus y contaminación atmosférica.
Estos gránulos actúan pausando procesos no esenciales mientras la célula se recupera y, normalmente, se disuelven una vez que el estrés disminuye. Sin embargo, en la enfermedad de Alzheimer, estos gránulos persisten de manera anómala y se vuelven crónicos, atrapando moléculas vitales e impidiendo su movimiento desde y hacia el núcleo celular.
Esta interrupción en el transporte bloquea la producción de proteínas esenciales y altera los interruptores moleculares que regulan la actividad de más de mil genes, lo que desencadena en cascada las diversas manifestaciones clínicas del Alzheimer. Estos cambios ocurren "en una etapa muy temprana2, incluso antes de la aparición de los signos característicos de la enfermedad, como las placas de beta amiloide o los ovillos de tau.
Por lo tanto, si se lograra identificar y abordar la formación patológica de estos gránulos de estrés en las primeras fases, "se podría frenar o retrasar significativamente la aparición de los síntomas", sostienen los investigadores.
(ANSA).
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