(ANSA) - VENECIA, por Francesco Gallo - Era necesaria la imaginación del director chileno, Pablo Larraín para plantear a un Augusto Pinochet, el feroz dictador y presidente Chileno, convertido en un vampiro cansado que, tras 250 años de vida, sólo quiere morir.
Está dispuesto a morir, pero sólo tiene un miedo: acepta que lo llamen asesino, pero no soporta que lo llamen ladrón, mientras su esposa (Gloria Munchmeyer), entonces, inició una aventura con su turbio mayordomo (Alfredo Castro), que también es vampiro.
La película "El Conde" se presenta en el festival de Venecia y aspira al León de Oro del certamen italiano, además de denunciar la "impunidad" que dejó la dictadura.
"El Conde" de Larraín es una película en blanco y negro aspirante a Venecia y centrada en la figura de Augusto Pinochet (Jaime Vadell), dictador chileno al mando del país de 1973 a 1990, y protagonista de una de los gobiernos de facto más atroces del siglo XX, que produjo miles de víctimas civiles.
"La idea de la película (que será distribuida por Netflix a partir del 15 de septiembre) - explicó el director- no es ciertamente original y se basa en el concepto más peligroso: que una figura como Pinochet puede ser eterna y que el mal eventualmente puede sobrevivir".
"Creo que es justo decir esto hoy, en un momento en que la historia parece repetirse", aseguró.
Por otro lado, es difícil "prever cómo será recibido en Chile. Probablemente habrá quienes lo odiarán y quienes lo amarán", sostuvo.
La idea inicial, señala Larraín, "era hacer un filme sobre Pinochet como vampiro y pensamos en hacer una serie de televisión, pero luego nos dijimos: ¿por qué no hacemos una película? Sin embargo, nunca nos habíamos planteado desarrollar estos proyectos con motivo del 50 aniversario del golpe de estado. No estaba previsto. Fue sólo una casualidad", prosiguió el director.
Fue necesario un largo proceso para abordar esta cuestión, también porque "Pinochet nunca fue representado ni en el cine ni en la televisión. Tuvimos que encontrar el enfoque adecuado que, al final, nos llevó a combinar la farsa, la sátira con elementos que de las leyenda de vampiros".
"Una forma de no empatizar nunca con él, algo que habría sido absolutamente inaceptable -subraya el director-. Pinochet, hay que decirlo, nunca tuvo que lidiar con la justicia. Es un hombre que murió en libertad y muy rico. Esta impunidad también lo hizo eterno y qué mejor que un vampiro para representar la eternidad".
Finalmente, sobre el reciente caso del general retirado del ejército Hernán Chacón, quien se suicidó cuando estaba a punto de recibir la notificación de su sentencia definitiva a veinticinco años de prisión por el asesinato del cantautor protestante chileno Víctor Jara, Larraín sentencia: "Sabemos que hay muchas personas que han cometido ciertos delitos y todavía están libres y protegidas y eso es muy triste". (ANSA).