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Los 60 años de Beat 72, donde nació el "teatro imagen"

El espacio romano que dio vida a una de las vanguardias más revolucionarias del arte escénico italiano festeja sus seis décadas.

Una de las tantas propuestas revolucionarias que se montaron en Beat 72.

Redazione Ansa

(ANSA) - ROMA 23 JUL - La cultura Beat estadounidense tenía apenas unos años y casi no se conocía en Italia (Jukebox al hidrógeno de Allen Ginsberg llegó en 1965 y En el camino de Jack Kerouac en 1967), pero Ulisse Benedetti, a sus 24 años, combinaba curiosidad con un excelente olfato comercial, así que dejó el local en Trastevere que se convertiría en La Ringhiera de Gianfranco Mulè y alquiló una cantina, que cumple ahora 60 años, aunque su verdadera actividad comenzó en 1966.
    La llamó Beat 72, por el número de la calle G. Belli, y allí actuarán Carmelo Bene Y lydia Mancinelli con su desconcertante Nuestra Señora de los Turcos, a lo que siguieron las nuevas versiones de Hamlet y Salomé.
    Es una cantina oscura y húmeda, a 100 metros del Tíber, a la que se accede desde la calle por una larga y empinada escalera, que logra albergar a unos cincuenta espectadores, frente a una pequeña tarima (cuatro por dos metros) cuna de la nueva vanguardia que en los años 70 influirían sobre el teatro italiano con su búsqueda física y visual y la vitalidad contestataria de las audiencias.
    Muchos son los nombres ligados a ese espacio, pero dos permanecen icónicos e históricos, después de Bene, Giuliano Vasilicò (y su hermana Lucia) con la poderosa, incisiva Los 120 días de Sodoma, basada en la obra de De Sade (noviembre de 1972) precedida por una lectura de Hamlet (julio 1971) y Memè Perlini con su inquietante y sugerente Pirandello, ¿quién? (enero de 1973).
    También vivían allí, por iniciativa de Benedetti, Carella y Franco Cordelli, las noches semanales dedicadas a poetas que recitaban sus versos solos y creaban actuaciones con el apoyo de actores (desde Dario Bellezza hasta Valentino Zeichen, desde Renzo Paris hasta Gregorio Scalise, desde Elio Pecora hasta Maurizio Cucchi), de donde surgió en 1979 el primer y histórico Festival de Poetas de Castelporziano.
    El Beat 72: un espacio casi legendario que los críticos suelen vincular con la famosa "meada" que Carmelo Bene provocativamente habría hecho fuera de la tarima y dirigida hacia los espectadores, pero que debe su importancia a una larga programación, que se mantuvo regularmente hasta 1986, pero con rastros hasta 1991 cuando, ya bajo amenaza de desalojo, Simone Carella recuerda haber realizado allí, tras el estallido de la primera guerra en Irak, el espectáculo El refugio de los artistas, título emblemático y casi etiqueta que se colocaría al final de ese local.
    De hecho, el Beat 72 siempre fue una casa abierta, un lugar donde pasaron muchos (algunos nombres: Leo De Berardinis, Giorgio Barberio Corsetti, Marco Solari, Federico Tiezzi, Cosimo Cinieri, Roberto Benigni, Mario Martone, que son solo los más conocidos hoy en día), donde se experimentó, se logró y se falló, se creó y se provocó.
    Nicola Fano recuerda una noche en la que "un puñado de espectadores fue hecho acomodarse en butacas sumergidas en la oscuridad, con una música vaga que sonaba durante media hora. Y luego nada más, ni una acción, ni una palabra, ni un actor".
    Y después ese teatro que se denominará 'Teatro imagen' por su atención al espectáculo y el efecto visual y el uso en escena de los cuerpos y luces, casi siempre prácticamente sin voz, sin un texto real o líneas de diálogo, redescubre la necesidad de la palabra y se enfrenta a textos nuevos y clásicos.
    Luego llegará el Orologio en 1982, creado por Mario Moretti con dos salas para la joven dramaturgia italiana y la sala Orfeo de Valentino Orfeo, a la que en 1984 se añade el Argot (también aún en actividad) de Maurizio Panici y ambos espacios se convertirán en el lugar de nacimiento de casi todos los autores, actores y directores de la gran oleada de los años noventa, el último verdadero período de fervor creativo y de la existencia de un verdadero nuevo tejido teatral, donde se colabora, se sigue, se trabaja juntos. (ANSA).
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