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Análisis de relaciones de Francia e Italia

En el libro "Transalpinos", escrito por Jean-Pierre Darnis.

Redazione Ansa

(ANSA) - ROMA 13 SEPT - "El lugar de dos miradas que se cruzan a pesar de entenderse poco, demasiado ocupadas en complacerse con su propia visión": así es como Jean-Pierre Darnis, profesor ordinario en la Universidad de la Costa Azul y docente en la Luiss, define la compleja relación diplomática entre Italia y Francia.
    Lo hace en "Transalpinos - Las relaciones entre Francia e Italia y el relanzamiento del juego europeo".
    El libro está precedido por una apasionada introducción de Daniele Bellasio, vicedirector de "Il Sole 24 Ore".
    Bellasio destaca la necesidad de "estudiar la historia y analizar las sociedades políticas" de las dos 'hermanas latinas', para "descubrir por qué la más natural de las alianzas entre naciones europeas vecinas termina muy a menudo y muy pronto en estereotipos antagónicos, rupturas y fricciones constantes".
    Precisamente eso es lo que hace Darnis en su libro: repasa la cronología de un diálogo difícil, entre momentos de acercamiento y otros de mayor tensión, buscando razones y soluciones a lo que ha sucedido y aún sucede a nivel geopolítico.
    Así, se dedica a un estudio del pasado que va desde la campaña de Italia de Napoleón hasta el llamado 'bofetón de Túnez'. Y luego, el tira y afloja, agudizado por las reclamaciones territoriales, durante los dos conflictos mundiales, la posguerra, el proceso de integración europea, la presidencia de Mitterrand, la cuestión de los refugiados italianos. Hasta el enfriamiento actual.
    Estados vecinos, pero no demasiado, entonces. Lo que pesa entre Francia e Italia, como anticipa Bellasio y confirma Darnis, son precisamente "el legado histórico y las respectivas representaciones".
    Pero también elecciones estratégicas diferentes. Se ve en el ámbito económico: mientras Francia es el principal inversor en Italia, no se puede decir lo mismo en sentido contrario. Sin embargo, algo está cambiando. El objeto de las atenciones del autor es el Tratado del Quirinal, iniciado bajo Macron y Gentiloni y completado durante el gobierno de Draghi en 2021.
    Hasta la fecha - a pesar de las relaciones más frías de Meloni con Francia - gracias a ese tratado se han logrado resultados importantes desde el punto de vista de la cooperación ministerial-administrativa.
    Aunque aún "notamos los retrasos, por no decir la reticencia, a organizar la parte más simbólica y 'alta' del Tratado - se lee entre las páginas de "Transalpinos" - en definitiva, podría no ser un problema. Como en el caso franco-alemán, el aparato institucional bilateral puede funcionar incluso cuando no es plenamente reivindicado por los jefes de gobierno".
    Para Darnis esto es apreciable también en una lógica comunitaria, porque incluso las relaciones bilaterales benefician al continente. "La integración europea genera la necesidad de desarrollar marcos institucionales nuevos y de mejorar su administración - explica - objetivos que pasan por una consolidación de la dimensión bilateral" más allá de la "percepción generalizada de una realidad europea dedicada exclusivamente al desarrollo de los instrumentos comunitarios".
    El tratado entre Francia e Italia "sin duda tiene un objetivo pragmático, dotarse de una herramienta de mediación que lleve a una mayor confianza y estabilidad en las relaciones entre los dos países", continúa Darnis, "una operación más que necesaria si se piensa en la historia reciente".
    Esto requiere una "estrategia política" que también pase por la "reinterpretación de las propias identidades" con el fin de "proyectar un futuro común": "un ejercicio difícil", comenta, "pero no imposible", y que puede eventualmente convertirse en un "modelo capaz de reforzar la Unión con el aporte de una dimensión complementaria al enfoque comunitario". (ANSA).
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