Para rendir homenaje a la reina de la música popular, llega el documental "Gabriella", de Giovanni Filippetto, dirigido por Alessandro Galluzzi, que se emitirá mañana en horario estelar por Rai 3, tras la avant-première del 10 de octubre en el Cinema Farnese Arthouse de Campo de' Fiori, una zona querida por la artista.
Es un relato íntimo que recorre la vida de Gabriella Ferri, desde su nacimiento en el barrio de Testaccio hasta su éxito en los años ochenta. Una voz icónica que cantó, interpretó y amó a Roma tanto como Roma la amó a ella.
"Hace tiempo que quería dedicarme a Gabriella Ferri, sobre todo porque no se ha contado mucho sobre ella, y sin embargo, tiene la fuerza de una gran narración original, incluso con sus lados oscuros", explica el autor Giovanni Filippetto.
"Fue una cantante e intérprete muy particular.
Extraordinaria y original al mismo tiempo. Cantaba canciones dialectales, de la tradición popular, pero las revitalizaba. De algún modo lograba reescribirlas con su voz y su interpretación.
Y esa era, y sigue siendo hoy, su fuerza", agrega.
No es una biografía propiamente dicha, sino un retrato de una personalidad compleja, recordada, entre otros, por amigos y colegas como Carlo Verdone, Tosca, Renzo Arbore, Syria, Pierfrancesco Pingitore y Pippo Franco.
"Nadie la puso en un pedestal: todos hablaron de sus distintas facetas. Traté de capturar su esencia, de retratar un periodo particular de su vida", cuenta Filippetto.
"En los 18 años, sin rumbo fijo, comienza a frecuentar la Piazza del Popolo, donde en los años sesenta se reunían artistas de todo tipo. Desde allí, inició su carrera con el éxito en televisión, que alcanzó entre los años setenta y ochenta". La ciudad eterna acompañó a Gabriella Ferri desde el inicio de su carrera.
Después de sus comienzos en Milán junto a Luisa De Santis, Gabriella regresó sola a su Roma en 1966 para llegar al Bagaglino, convirtiéndose en su cantante oficial.
Artista polifacética, permanecen en la memoria sus actuaciones en los programas de Rai "Dove sta Zazà" y "Mazzabubú". En 1969, participó por única vez en el Festival de Sanremo con "Se tu ragazzo mio", en pareja con Stevie Wonder.
A partir de los años setenta, tuvo un éxito discográfico en Italia y en Sudamérica, conquistando al público con sus canciones romanas y más.
"Pero siempre se mantuvo al margen de las lógicas del mainstream, no se sentía parte de ese mundo, en parte por su forma de enfrentarse a la vida, haciendo siempre lo que le parecía. Era astuta, punzante, interesante. Pero también fue un poco olvidada", explica el autor.
"Su éxito fue sobre todo en televisión, porque no le gustaba actuar en vivo. Trabajaba en la época de Mina y Raffaella Carrà, pero no era como ellas. Era única: ella, aunque hermosa, no se mostraba como tal. Se vestía de payasa, era inalcanzable", explica.
Pero este ser inalcanzable "era también la fuente de su dolor. Sufrió el mundo del espectáculo que, por eso, la rechazó.
Incluso hoy sería única", cree Filippetto, que destaca cómo nunca se escondió detrás del personaje y permaneció siempre "muy ella misma. Pagó el precio de sus elecciones".
La herencia de Gabriella Ferri sigue viva hoy a través del arte de una nueva generación de artistas romanos que se han inspirado en su voz. Uno de ellos es Mannarino. Tal vez no fue comprendida del todo, dice Filippetto, "o tal vez fue ella misma quien no quiso ser comprendida". (ANSA).
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