Se editan ahora en el volumen "Les volveré a escribir -cartas a la familia 1949'1960", editado por Salvatore Silvano Nigro, con la colaboración de Andreina, Elisabetta y Mariolina Camilleri, por Editorial Sellerio.
"Pasado mañana cumpliré veintiséis años. Dicen que nosotros, nacidos bajo el signo de Virgo, tenemos un poco de suerte retrasada, alrededor de los 30 años. Esperemos que haya excepciones a la regla", escribió Camilleri el 4 de septiembre de 1951.
Halladas por la familia y recopiladas en el libro "Les volveré a escribir", editado por Salvatore Silvano Nigro con la colaboración de las hijas del escritor, Andreina, Elisabetta, Mariolina, las cartas serán publicadas el 26 de noviembre por Sellerio, con vistas, en 2025, al centenario del nacimiento, el 6 de septiembre de 1925, del gran escritor y dramaturgo, fallecido el 17 de julio de 2019.
Se trató de "un 'descubrimiento' importante e inesperado entre los papeles de nuestro padre. Cuando ya habían comenzado los trabajos de censado de la documentación, fueron encontrados en un lugar que no imaginábamos que pudiera conservarlos intactos durante años y años. Un sótano", explican en la nota las hijas del escritor en el libro.
"Unas doscientas cartas escritas por nuestro padre a sus padres desde 1949 hasta los años 1960, es decir, desde su primer año en Roma como estudiante 'externo' en la Academia de Artes Dramáticas, hasta que sus padres se trasladaron de Porto Empedocle a Roma", relatan.
La correspondencia termina "como una novela de tiempos pasados, con una boda. Camilleri se casa con Rosetta Dello Siesto. Y nace 'una hermosa criatura', diría Manzoni. Se llama Andreina", dice Nigro.
Enviadas a sus padres desde Roma, como estudiante no residente, las cartas están dirigidas sobre todo a su madre, a quien Camilleri le cuenta casi todo en una especie de relato de la vida cotidiana.
El futuro gran escritor, creador del inspector Montalbano, deberá hacer malabarismos con los problemas económicos de su vida en Roma, las frustraciones pero también los grandes encuentros entre los que destaca la extraordinaria relación con Orazio Costa y la más difícil con el crítico Silvio d'Amico , quien, sin embargo, es quien lo alienta a presentarse a las selecciones de la Academia Nacional de Arte Dramático de la capital.
"El joven Camilleri es una maratón de trabajo. Mantiene un ritmo infernal, vertiginoso. Corre de un lado a otro sin aliento y con frenesí. Y con una comicidad autocrítica pregunta a sus padres: '¿Qué les parece este tipo de carrusel?'", explica Nigro.
Las cartas, en su mayoría escritas a mano, fueron transcritas por el Fondo Andrea Camilleri de Roma.
"Hemos hecho pocos recortes respecto a los originales para proteger algunos aspectos personales y privados de aquellos que lamentablemente ya no existen. Cortes indicados en el texto por tres puntos entre corchetes", advierten las hijas.
Hijo muy cariñoso, el escritor no quiere decepcionar a su familia, pero sabe lo que quiere y se mueve con tenacidad y determinación. Su formación teatral condicionará también su escritura como reconocerá Camilleri muchos años después.
"Cuando tengo que insertar un personaje en la historia, la mayoría de las veces escribo primero el diálogo. Sólo después lo describo, pero todo es una consecuencia de la forma en que lo hago, hablo y expreso: no hay duda de que se trata de un tipo de escritura teatral", escribió.
Camilleri nunca volvió a salir de Roma desde que obtuvo una beca para el curso de dirección de Orazio Costa en 1949.
"En conjunto, las cartas son lo más parecido a un diario: por su concreción, el diligente registro diario compuesto de disparates ocasionales, de repeticiones, de monotonía (siempre redimida por la ligereza casual del dictado), y también del "ir en vano a veces; sin reticencias y sin falsa modestia", escribe Nigro.
La correspondencia puede leerse como una especie de autobiografía de los primeros 35 años del escritor, que dice mucho sobre su gran éxito futuro. (ANSA).
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