Pero desde León IV hasta Nicolás III Orsini, pasando por Alejandro VI Borgia y llegando incluso a la época napoleónica, no hubo pontífice que no considerara estratégico este paso y que no lo fortaleciera.
Hoy, tras seis meses de trabajos y restauraciones y en vísperas de la apertura de la Puerta Santa, el "Passetto di Borgo", el camino de fuga por excelencia desde San Pedro hasta el Castillo Sant'Angelo, reabre al público convertido en uno de los paseos más "secretos" y fascinantes de la historia, entre los tejados de Roma.
"Esta reapertura —comenta Massimo Osanna, director general de Museos— es el resultado de un gran trabajo en equipo que ha unido a Museos, la Superintendencia y el Ayuntamiento de Roma, devolviendo a la ciudad un lugar histórico que narra fragmentos importantísimos de su historia".
"Un espacio —añade— que invita al descubrimiento y al conocimiento, promoviendo un diálogo entre historia, cultura y paisaje urbano".
Las primeras fortificaciones de la zona datan del imperio del rey ostrogodo Totila, en el siglo VI d.C. Posteriormente, en el siglo IX, el papa León IV amplió las defensas construyendo un cinturón amurallado para proteger el Vaticano y la Basílica de San Pedro de los constantes ataques de los sarracenos.
En 1277, bajo el papado de Nicolás III Orsini, se construyó el enlace entre el Passetto y el Castillo Sant'Angelo, garantizando un paso seguro para los pontífices. Intervenciones posteriores, como la de Alejandro VI Borgia (1492-1503), añadieron un pasaje cubierto, dando al Passetto su aspecto actual.
En la mitad del siglo XVI, Pío IV Medici, con la construcción de los muros de Borgo Pio, Vittorio y Angelico, lo transformó de una estructura defensiva a un elemento integrado en el tejido urbano.
Gracias a una inversión cercana a los dos millones de euros proporcionada por la Secretaría Regional de Lacio, los "trabajos de valorización del Passetto di Borgo" —explica Daniela Porro, superintendente especial de Arqueología, Bellas Artes y Paisaje de Roma— incluyeron la seguridad estructural, un nuevo sistema de iluminación y la instalación de dos ascensores ocultos que hacen el recorrido accesible para todos, incluidas personas con dificultades de movilidad no acompañadas".
"Además, en los próximos tres años, con una financiación adicional de 2,5 millones de euros del programa extraordinario de Obras Públicas, están previstos "nuevos trabajos de valorización y conservación", añade.
El "viaje" (grupos de 25 personas con reserva previa, tres días a la semana) comienza en el Bastión San Marco, uno de los cuatro dedicados a los evangelistas, transformado en espacio expositivo.
Allí se exhiben una bala de cañón del siglo XVI, la cabeza esculpida del papa Paulo IV Carafa recuperada del Tíber y un grupo escultórico que representa el solemne encuentro entre el papa Eugenio IV y el emperador Segismundo, en presencia del Castellano, custodio del Castillo Sant'Angelo.
Desde aquí comienza el fascinante paseo, que combina tramos cubiertos y al aire libre con vistas espectaculares, algunos de los cuales deben recorrerse en fila india.
Paso a paso, el recorrido lleva al corazón del Borgo, pasando por balcones, tejados y residentes curiosos asomados al nuevo pasaje. Finalmente, el recorrido permite disfrutar de la majestuosidad del colonnato de Bernini desde arriba y de la cúpula de San Pedro, tan cercana que parece que se puede tocar con la mano.
El recorrido culmina con el descenso a la Porta Angelica, restaurada por la Superintendencia con los fondos del Jubileo, que hoy resplandece como entrada privilegiada a la Plaza de San Pedro. (ANSA).
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