Si hubo un partido que, sobre el papel, los azzurri del rugby nunca podrían haber ganado, fue este contra Irlanda en Dublín, pero la forma en que se produjo hizo recordar las derrotas de los italianos el año pasado en suelo francés, aunque esta vez la caída (acabó 36-0, con seis tries de los verdes) fue menos abultada que el -79 del Mundial con los All Blacks y el -53 con Francia.
Justamente los franceses serán los próximos rivales de Italrugby, el domingo 25 en Lille (este año el partido no se jugará en París debido a los preparativos para los Juegos Olímpicos), pero si el equipo del seleccionador argentino Gonzalo Quesada es lo que fue hoy existe el riesgo de otra dura derrota.
En tanto, Irlanda recoge también el punto de bonificación para aquellos que anotan cuatro o más tries y honran el compromiso, en el más puro espíritu del rugby, comprometiéndose a muerte, como si estuvieran en desventaja, incluso en el tiempo de descuento, cuando el capitán Caelan Doris, con el rostro ensangrentado por un golpe recibido, lidera a su equipo en el ataque para anotar un último try.
Lo que efectivamente llega, pero luego se cancela porque la ovalada toca el suelo antes de la fatídica línea que otorgaría otros cinco puntos al equipo local, apoyado ruidosamente por un público único como siempre.
Previamente los irlandeses habían marcado uno de sus tries, el quinto con James Lowe, autor de una espléndida aceleración, con Italia en inferioridad numérica por la expulsión temporal de Tommaso Menoncello, a quien se le había mostrado la "amarilla" por hacerle una zancadilla al mismo Lowe.
Pero, más allá de todo, Irlanda era simplemente demasiado fuerte para esta Italia que, según las casas de apuestas y más allá, se encaminaba hacia otra cuchara de madera, mientras que los verdes aspiran a otro Grand Slam y, mientras tanto, lideran la clasificación del torneo con diez puntos.
Los azzurri prácticamente nunca tuvieron posibilidades de sumar puntos, excepto al principio, cuando Paolo Garbisi lanzó un tiro libre, pero no pudo convertirlo.
Poco después, en el minuto 7, se produjo el primer try irlandés con Jack Crowley y a partir de ahí empezó la pesadilla italiana, luchando con una defensa agresiva como la de los irlandeses, también fuerte en el avance hasta el punto de jugar, en la segunda mitad, una acción que duró 24 fases con la ovalada en mano, sin que el capitán Michele Lamaro y sus hombres lograran frenar, a pesar de la valentía en las entradas.
En una de ellas, uno de los mejores de los azzurri, Federico Ruzza, salió golpeado y ahora solo queda esperar que esté disponible para Francia.
Mientras tanto, la imagen del niño de ocho años, Stevie Mulrooney, ya se volvió viral después de este partido, emocionando a los 51.700 espectadores del Estadio Aviva, y probablemente también a muchos espectadores, cantando "Ireland's Call", el himno de la selección irlandesa de rugby, donde no hay distinciones entre católicos y protestantes, entre Norte e Irlanda.
El niño, originario de Kilkenny, ciudad donde se produce la cerveza del mismo nombre, ya había aparecido el pasado noviembre en un programa de televisión, y su éxito fue tal que su presencia fue solicitada a viva voz por la opinión pública, acompañada de un canto del himno, también en un partido de rugby verde. Así fue, y Stevie ciertamente también ganó hoy. (ANSA).
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