Las autoridades esperaban un impulso a la economía y la imagen de la región, como ocurrió con los Juegos Olímpicos de 1984, frenada por la crisis de las personas sin hogar, las huelgas que hundieron a Hollywood y los crecientes costos de vida.
Pero después de la tragedia, muchos se preguntan si Los Ángeles podrá organizar y sostener un evento de 17 días y 7 mil millones de dólares previsto en 3 años y medio, mientras los organizadores siguen confiando en su capacidad para transformarlo en un símbolo de renacer "de las cenizas".
Los Juegos Olímpicos de 2028 están previstos para julio, mes en el que no soplan los vientos de Santa Ana, que desencadenaron y avivaron las llamas de los últimos días.
Ninguna de las 80 sedes olímpicas anunciadas sufrió daños y el campo de golf Riviera Country Club se salvó pese a estar ubicado en el devastado vecindario occidental de Pacific Palisades.
Lo mismo ocurre con el campus universitario de UCLA, que se convertirá en la villa olímpica, de la que los estudiantes huyeron sólo por precaución.
Además, todas estas estructuras ya están en pie y no se ha tenido que invertir ni un dólar para construir estadios u otras sedes para la cita.
Por otro lado, se mantiene la confianza en que la llegada de los 15 millones de visitantes previstos pesará sobre una zona con otros tantos residentes y que aún será una obra en proceso.
Los Ángeles también enfrentará gastos no presupuestados de millones de dólares para pagar horas extras a los bomberos y las fuerzas del orden, así como los costos de reparación o reconstrucción de edificios públicos.
Es cierto que el Comité Olímpico LA28 aumentará el presupuesto estimado de 7 mil millones de dólares para organizar la cita, pero según el contrato aprobado por el ayuntamiento, la ciudad es responsable de los primeros 270 millones de dólares en sobrecostos.
Asimismo, California debe asumir los siguientes 270 millones de dólares, y cualquier superávit adicional recaerá sobre Los Ángeles.
Además, la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales ya había puesto en duda la llegada de 3 mil millones de dólares de la Casa Blanca para mejorar el sistema de transporte público. (ANSA).
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