(ANSA) - PAESTUM, por Silvia Lambertucci - La base de piedra con los escalones de acceso y la delimitación de la celda que albergaba a la divinidad, las decoraciones de terracota de colores del techo con las goteras en forma de león, una gorgona extraordinaria, una Afrodita en movimiento.
Pero también siete asombrosas cabezas de toro, el altar con la piedra estriada para recoger los líquidos de los sacrificios y cientos de exvotos entre los que se destacan las imágenes de un Eros cabalgando sobre un delfín, que la fantasía podría relacionar con el mítico Poseidón, el dios que dio a la ciudad su nombre.
En Paestum, Salerno, en el sur de Italia, los trabajos para sacar a la luz el santuario descubierto en 2019 a lo largo de las murallas de la antigua ciudad están revelando grandes sorpresas.
Una excavación, anticipa a ANSA la directora del parque arqueológico, Tiziana D'Angelo, que promete "cambiar la historia conocida de la antigua Poseidonia".
Casi como una ventana abierta a un fragmento de 500 años de la vida de la ciudad que los griegos de Sybaris fundaron en el 600 a. C. y que luego pasó bajo los lucanos para convertirse finalmente en una colonia de Roma.
Verdaderamente, un contexto único que "arroja una luz muy interesante sobre la vida religiosa antigua", aplaude el director de Museos del ministerio de Cultura, Massimo Osanna, que recuerda que la investigación arqueológica realizada en Paestum en la década de 1950 alrededor de los principales templos no fue científicamente documentada.
Iniciadas en 2020 e inmediatamente bloqueadas por la pandemia, las excavaciones se reanudaron hace unos meses: "a lo que nos enfrentamos hoy es al momento en que el santuario, por causas aún por esclarecer, fue abandonado, entre finales del siglo II y principios del siglo I aC", afirma D'Angelo.
El análisis de las decoraciones de barro permitió datar su fundación en el primer cuarto del siglo V a.C., cuando ya se habían construido en la colonia griega algunos de los edificios monumentales más importantes que han llegado hasta nosotros, el templo de Hera, construido entre el 560 y el 520 a.C., y el de Atenea, que data del 500 a.C.
El templo de Neptuno se completó, en cambio, un poco más tarde, en el 460 a. C., después de una larga gestación. De dimensiones muy reducidas -mide 15,60 metros por 7,50- con 4 columnas en el frente y 7 en los costados, el templete es de estilo dórico como los demás, pero se distingue por la pureza de sus formas.
"Es el templo dórico peripteral más pequeño que conocemos antes de la época helenística, el primer edificio en Paestum que expresa plenamente el canon dórico", explica Gabriel Zuchtriegel, exdirector de Paestum hoy al frente de Pompeya que está a punto de publicar un estudio completo sobre la arquitectura dórica.
Es "casi una pequeña maqueta del gran templo de Neptuno", que en ese momento debió estar en construcción, "una especie de eslabón perdido entre los siglos VI y V a. C.".
Sin embargo, también es extraordinaria la cantidad de objetos encontrados en el espacio que separa la fachada del edificio del altar, erigido por lo general en el exterior: estatuillas de terracota con los rostros de los oferentes o de las deidades, hasta 15 con el pequeño Eros cabalgando sobre el delfín, templos en miniatura y altares.
Son pequeñas obras maestras de artesanía que se suman a las siete cabezas de toro que se encuentran alrededor del altar, quizás "accesorios" a disposición de quienes administraban el culto. Y que parecen haber sido colocados en el suelo con devoción, "como en un rito de clausura", razona D'Angelo, cuando el santuario, que siguió siendo frecuentado incluso en la era lucana y luego desde el 273 a. con la llegada de los romanos, cayó en desuso.
"Cada día una sorpresa", sonríe el director rodeado del equipo de arqueólogos coordinado por Francesco Mele.
Para comprender más, por supuesto, hará falta tiempo, se necesitarán estudios, restauraciones, análisis de laboratorio.
Mientras tanto, se investiga para documentar cada etapa de la vida del templo hasta el momento de su construcción, tratando también de entender la dinámica que llevó al derrumbe de parte de los muros en la parte trasera del edificio.
Los elementos de fuerte interés "son muchos", se entusiasma D'Angelo. Como la firma, justo en una de las estatuillas con el delfín, de los Avili, "una familia de alfareros de Lazio, también conocida en Delos, cuya presencia aquí en Paestum nunca había sido documentada".
O como la ubicación tan especial de este santuario, construido en la ciudad, sí, pero alejado del centro y de los demás templos, pegado a las murallas. Muy cerca del mar, al que prácticamente asomaba: "Los barcos que pasaban se lo encontraban de frente".
El pensamiento va a los cupidos sobre el delfín y en una moneda romana del siglo III a. C. que tenía a Eros cabalgando sobre el delfín en un lado y a Poseidón en el otro. ¿Podría ser este el templo que lleva el nombre del dios que le dio su nombre a la ciudad? D'Angelo es prudente: "Aún es pronto para decirlo, pero la hipótesis es extremadamente interesante. Es una sugerencia, a la espera de que las excavaciones arrojen nuevas luces sobre la historia". (ANSA).