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Niña con síndrome de Down logra graduarse en Pescara

La conquista de Nina, una historia de superación

Nina Sorrentino, niña con síndrome de Down, cumplió su sueño.

Redazione Ansa

Se había retirado de la quinta clase de un liceo de humanidades de Bolonia en marzo de 2023, porque habiendo seguido el programa de estudios diferenciado para alumnos con discapacidad no habría podido realizar el examen estatal, sino solo obtener un certificado de competencias al final del quinquenio.
    Un retiro decidido por la familia para dejarle la oportunidad de ser admitida en el examen al año siguiente, tal vez en otra escuela. Así sucedió. Nina Sorrentino, niña con síndrome de Down, cumplió su sueño: obtuvo el bachillerato con una calificación de 75/100.
    Una historia de determinación y compromiso contada en el Corriere di Bologna. Para lograr el objetivo, Nina no solo cambió de instituto, sino que se trasladó durante nueve meses a Pescara, ciudad natal de su madre, acogida en los bancos del Liceo Paritario de Ciencias Humanas Maior.
    "Agradezco a todos los que creyeron en mí -dice la joven-.
    Espero que mi ejemplo pueda ayudar a otras personas a perseguir sus sueños sin rendirse. Ahora me siento más fuerte. En el futuro seguiré estudiando y profundizando en las cosas que más me gustan, como la música y la danza".
    Había estallado un caso mediático en torno a la historia de Nina. En el liceo Sabin de Bolonia, donde estaba matriculada hasta marzo de 2023, a pesar de la solicitud de la familia y la opinión favorable de la neuropsiquiatra de Ausl, el consejo de clase nunca había considerado a la niña apta para el paso a los estudios con objetivos mínimos equivalentes, lo que la llevaría a la admisión al examen estatal.
    Demasiado exigente y estresante para ella, según los profesores. Esos cinco años habrían terminado con un certificado que no tendría valor para fines profesionales o para continuar los estudios universitarios.
    De ahí, el retiro. "Pasamos el verano pasado buscando una solución, incluso con el apoyo del servicio de orientación y del neuropsiquiatra del barrio de Navile -explica Alessandro Sorrentino, el papá-. Evaluamos algunas opciones en Bolonia, pero no había habido apoyo de la Oficina Regional de la Escuela, silencio absoluto. Así que preferimos mirar a otro lado y Pescara es una ciudad familiar. Aquí encontramos el instituto que la acogería, una escuela disponible para trabajar con Nina como siempre habíamos pedido".
    Un año complicado para toda la familia: mamá tomó la expectativa del trabajo para acompañar a su hija, el papá se quedó en Bolonia con su otra hija adolescente.
    Nina asistió al instituto presencial de lunes a jueves, luego el viernes volvía a casa en Emilia y seguía las clases online, sin salir de la escuela de danza y música, para mantener vivas sus pasiones y sus lazos.
    Casi 80 viajes, ida-retorno, Bolonia-Pescara, para apretar ese diploma en sus manos. "Este es un gran éxito de la niña -subrayó la directora del instituto Maior-, es el éxito de la determinación de Nina, de su familia y también de nuestra escuela".
    Para los padres "es la demostración que se puede hacer".
    (ANSA).
   

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