(ANSA) - SAN CASCIANO 4 AGO - Piscinas burbujeantes de agua caliente y curativa en un entorno impresionante, con saltos de altura, terrazas que descienden hacia la vegetación, fuentes, columnatas, juegos de agua.
En San Casciano dei Bagni en la Toscana, un pequeño pueblo en la provincia de Siena, en el centro de Italia, que aún hoy cuenta mucho con el turismo termal, los arqueólogos se han involucrado durante tres años en una excavación que ya ha sido noticia con el descubrimiento de una gran tina, objetos votivos, altares dedicados a los dioses, incluso un sorprendente bajorrelieve con la imagen de un gran toro y una espléndida figura de niños ("putto") de bronce, una obra maestra de la época helenística.
Pero la verdadera sorpresa, cuenta a ANSA el arqueólogo Jacopo Tabolli, ha llegado en las últimas semanas con el descubrimiento de las dimensiones reales del santuario, que había pertenecido a los etruscos y que los romanos en los primeros siglos del imperio quisieron refundar haciéndolo suntuoso y monumental.
Excepcional hasta el punto de ordenar en la casa de la moneda la acuñación de un tesoro de centelleantes monedas de plata, oricalco y bronce destinado quizás precisamente a las ofrendas del emperador, en honor a aquellos dioses que debían velar por su salud y la de los numerosos notables romanos dispuestos a enfrentar el viaje a este lugar sagrado.
"Un contexto sin igual en Italia y en el Mediterráneo antiguo", subraya apasionado Tabolli, que enseña en la Universidad de Extranjeros en Siena y aquí lidera el proyecto desde el principio, impulsado por el municipio con la subvención del ministerio de Cultura y realizado junto con Emanuele Mariotti, director de la excavación, y Ada Salvi de la superintendencia y de universidades italianas e internacionales.
Un descubrimiento excepcional, explica, "por las dimensiones de la zona del santuario, mucho más grande de lo que podíamos imaginar, con varios edificios sagrados, altares, piscinas".
Las tomas desde arriba con la sucesión de canicas, estructuras y tanques de todas las formas y tamaños que emergen del lodo, son emocionantes. Pero lo que también sorprende es la calidad y rareza del tesoro de objetos que han surgido en estas últimas semanas de excavación.
El más importante, dice Tabolli, es quizás un asombroso útero de bronce que data de los años entre el final de la República y el comienzo del Imperio Romano: "En los santuarios etruscos y luego romanos dedicados a la fertilidad es común encontrar úteros en terracota, aunque en bronce son muy raros", explica el profesor. A pesar de las temperaturas abrasadoras, todos los días de este sitio de construcción estaban llenos de adrenalina, dice, con continuos descubrimientos, desde una increíble oreja de bronce de los primeros años del imperio que un tal Aulo Nonio había dedicado a los dioses para agradecerles su curación, hasta una pierna y hasta un rarísimo pene, también de bronce.
Sin contar las monedas: "más de tres mil y todas recién acuñadas", según documenta Giacomo Pardini, experto de la Universidad de Salerno. "Dejaron la casa de la moneda de Roma e inmediatamente fueron llevarlas a San Casciano para honrar la sacralidad del lugar y muy probablemente sus momentos fundacionales", razona Tabolli. Maravillas a las que se suman espléndidos altares tallados en mármol travertino local.
De hecho, los trabajos de la última campaña de excavaciones, la séptima, realizada como es habitual entre multitud de estudiantes, ha arrojado nueva luz sobre algunas fases de la historia de este increíble santuario, frecuentado también durante la época de los Medici, tanto que Federico Borromeo, sí, el cardenal que todos recordamos de Promessi Sposi, vino aquí dos veces en 1600 y luego en 1601 para curar un "dolor de mejilla" muy doloroso y misterioso.
"Estamos recuperando lo que queda del pórtico construido en el siglo XVI por los Medici", que luego trasladaron el balneario a la zona de Fonteverde, a 2 kilómetros del antiguo santuario, explica el arqueólogo. Mientras tanto, se ha encontrado evidencia de un dramático colapso que involucró el área de Bagno Grande en los últimos años del siglo III dC, cuando se abrió un abismo de más de dos metros de profundidad en el suelo que provocó que casi todo se hundiera, edificios, columnatas.
Los romanos intentaron remediar el desastre iniciando una poderosa y minuciosa operación de restauración y mientras tanto interpretaron aquella devastación como un prodigio, una señal enviada por los dioses. "Justo en el corazón de la sima levantaron un nuevo altar y construyeron un nuevo tanque pequeño sobre los escombros completo con escalones para facilitar el buceo", añadió.
Una determinación que dice mucho del encanto de un lugar querido y frecuentado desde hace más de dos mil años. Y que en otoño, con la reanudación de las excavaciones, aún podría reservarse quién sabe qué sorpresas. (ANSA).
Un tesoro sagrado en las termas romanas
Hallazgo en San Casciano, Siena. Bronces, monedas, altares.