(ANSA) - WASHINGTON, 06 NOV - Por Benedetta Guerrera - "Acepto la derrota, pero la lucha por la libertad y por Estados Unidos no termina aquí". La guerrera jubilosa perdió la batalla más importante de su vida, destruyó sus sueños y los de millones de estadounidenses y provocó un "baño de sangre" demócrata a través de todo Estados Unidos, pero no perdió las agallas.
Luego de una noche en silencio, Kamala Harris llamó a su rival Donald Trump para felicitarlo, reconocer la victoria y discutir una "transición pacífica" del poder (con los papeles invertidos, por usar un eufemismo, no se habría dado por descontado).
Y luego fue a ver a su gente en la Universidad Howard que la esperaba desde hace horas y fue recibida con amor.
"Sé que tienen sentimientos encontrados. Pero debemos aceptar el resultado del voto", dijo la vicepresidenta saliente, y subrayó que esto hace la diferencia entre "democracia y tiranía", con una no demasiada velada indirecta a la actitud del presidente electo Trump cuatro años atrás.
"Estoy orgullosa de nuestra campaña y de cómo la hemos conducido, unidos por el amor por el país, por el entusiasmo y la alegría por el futuro de Estados Unidos", aseveró la demócrata.
No obstante algo claramente no funcionó si, por segunda vez, los demócratas no consiguieron derribar el techo de cristal, no obstante el compromiso de la candidata y su staff, la parada de celebridades y estrellas pop subidas a los palcos de la campaña y las donaciones millonarias.
¿Pero puede ser considerada por sí sola responsable del fracaso? Para la mayor parte de los analistas la respuesta es no. Las razones y los responsables son muchos. Primero, en importancia, Joe Biden, el anciano comandante en jefe que se obstinó en postularse nuevamente solo para retirarse cuatro meses antes de las elecciones después de un debate desastroso, cuando la carrera tal vez ya era irrecuperable.
Arrogante él y poco incisivos los "grandes" del partido que no lo echaron un año atrás, a partir de Barack Obama y Michelle Obama hasta Nancy Pelosi. A la vicepresidenta no le quedó más remedio que asumir esta responsabilidad y liderar la campaña más corta de la historia.
Ciertamente el error más grande y, quizás fatal, de Harris fue el de no situarse enseguida y, en un modo fuerte, a distancia de su jefe, sino tímidamente en las últimas semanas de campaña.
Para los expertos, debió mostrar un neto corte con la precedente administración, principalmente en los temas economía y la guerra en Gaza, dos argumentos que le costaron millones y millones de votos y estados en vilo como Pennsylvania y Michigan.
Acerca del Medio Oriente Harris se jugó tanto el apoyo de los árabe-estadounidenses, que no le perdonaron el apoyo casi incondicional a Israel, como de los judíos conservadores que imputaron al gobierno demócrata un creciente antisemitismo en Estados Unidos luego de los ataques del pasado 7 de octubre.
En cuanto a la economía, un analista sintetizó que "los estadounidenses votan con la billetera", para explicar que la derrota de la demócrata fue principalmente causada por una coyuntura peor respecto a los cuatro años del gobierno de Trump, y al constante aumento de precios, cómplices naturalmente de los efectos de la pandemia del Covid y las dos guerras, en Ucrania y en Gaza.
Harris no simplemente heredó de Biden un país en condiciones difíciles, sino que además pagó la creciente impopularidad del presidente, eso se le pegó como una letra escarlata.
Otro factor crucial para la derrota de la demócrata fue la batalla de los sexos, los hombres contra las mujeres. Harris, que con la elección de Tim Walz esperaba atraer una gran parte de los electores más moderados, finalmente no consiguió convencer ni a los varones blancos, ni a los negros, ni a los latinos.
Y esto ocurrió sobre todo en las grandes ciudades como Filadelfia, Detroit y Milkwaukee, donde en 2020 Biden conquistó el 90% del voto negro. Pero incluso las mujeres traicionaron a la candidata, al menos el 52% de aquellas blancas.
No obstante la batalla sobre los derechos reproductivos y el aborto prefirieron, antes que la vicepresidenta, a un hombre de 78 años que contribuyó a la luz verde a tantas prohibiciones acerca de la interrupción del embarazo en el país, y que fue condenado por violencia sexual y, en su haber, una serie de comportamientos abusivos en perjuicio de mujeres.
Entre las razones de la debacle, algún conservador hizo notar una falta de espontaneidad por parte de la demócrata que, por ejemplo, raramente en estos meses de campaña narró la historia de la familia: el padre jamaiquino y la madre india que emigraron a Estados Unidos y consiguieron dar vida al sueño americano.
Una historia de rescate y esperanza realizada, no solamente palabras, que Harris habría podido aprovechar más para convencer a los estadounidenses a elegir su sueño de un Estados Unidos diferente al querido por Trump. (ANSA).
Kamala Harris acepta el triunfo de Donald Trump
"Estamos comprometidos con una transición pacífica", dijo la candidata demócrata tras conocer los resultados finales