En Magdeburgo, y en el resto de Alemania, es el día de dolor tras el atentado que se cobró la vida de cinco personas, entre ellas un niño de nueve años, y dejó heridas a otras 200.
El mercado estaba cerrado y las luces de la calle estaban encendidas y centenares de personas depositaron flores y peluches en un memorial improvisado cerca del lugar de la tragedia.
A pocos metros de distancia donde reinaba la alegría y la felicidad, por la noche miles de personas permanecieron bajo el frío iluminadas por velas en la plaza de la catedral para una vigilia conmemorativa en la que participaron el canciller Olaf Scholz y el presidente Frank-Walter Steinmeier.
A lo largo del día, los habitantes de la ciudad sajona depositaron velas, flores, tarjetas y juguetes para niños en la iglesia Johanneskirche. "La Navidad terminó", admitió con tristeza el concejal Ronni Krug. "Aquello que era un paraíso invernal se ha convertido ahora en un lugar de pesadilla", añadió un hombre que presenció la tragedia.
Los gestos de solidaridad han sido numerosos, empezando por la donación de sangre, fundamental para los heridos, hasta el punto de que el hospital universitario, en colaboración con la Cruz Roja Alemana, decidió organizar también el lunes una sesión extraordinaria de donación de sangre.
El luto llega también a los campos de fútbol. La Deutsche Fussball Liga (DFL) anunció que este fin de semana se guardará un minuto de silencio en todos los partidos de fútbol de las dos primeras categorías de la Bundesliga en honor a las víctimas del atentado.
Los futbolistas alemanes portaron brazaletes negros en homenaje a las víctimas. "El fútbol alemán está consternado por este ataque y en este momento difícil sus pensamientos están con las víctimas y sus familias", dijo la DFL en un comunicado.
Flores, peluches y velas en el mercado navideño de Magdeburgo
"La Navidad terminó", admitió con tristeza el concejal Ronni Krug.