El museo del Louvre es la última pieza de Francia que ha decidido cerrar sus puertas en señal de protesta, dejando fuera a turistas y entusiastas.
Recolectores de basura y refinerías, ferroviarios y transportistas, empleados estatales y portuarios hacen que el país gire a cámara lenta, mientras la tensión en las plazas es máxima.
Y para el décimo día de movilización, que promete ser de alto riesgo de accidentes, el ministro del Interior reveló los números de agentes desplegados en las ciudades: 13.000, de los cuales 5.500 en París.
No hubo obras maestras de arte esta mañana para los visitantes que esperaban frente a la entrada de la Pirámide del Louvre. Muchos pidieron información, luego todo quedó claro cuando llegaron grupos de trabajadores con banderas y pancartas gritando consignas en contra de la reforma que eleva la edad mínima para dejar el trabajo de 62 a 64 años.
Los servicios de inteligencia hicieron saber al Ministerio del Interior que hay señales de que las protestas de mañana -en París y en las principales ciudades del país- se consideran "de muy alto riesgo de incidentes".
Por una serie de razones: la importante presencia de estudiantes, de sectores anarquistas y otros elementos radicalizados que marcharán, sobre todo, en la capital.
Pero la preocupación también la dicta lo que sucedió en el intervalo nada pacífico entre el noveno día de movilización, el pasado jueves, y el de mañana: los violentísimos enfrentamientos de Sainte-Soline, en el oeste de Francia, por una protesta contra la construcción de una cuenca hídrica para uso agrícola.
Según información, muchos de los "radicalizados" del sábado son elementos comunes a los disturbios de las marchas contra la reforma previsional. Dos manifestantes, gravemente heridos, siguen en coma y un empeoramiento de sus condiciones podría representar la chispa más de nuevos enfrentamientos.
Para complicar la situación, también está el recorrido de la manifestación en París, que partirá de Republique hacia la plaza de la Nación, pero se "dividirá" y una mitad de los manifestantes pasarán por la plaza de la Bastilla, donde anoche todo estaba blindado: escaparates, entradas de bancos, cajeros automáticos, agencias de seguros y varios lugares abiertos al público.
Es muy difícil aparcar en el barrio, desde hace una semana las motos compartidas y las motos ya no se pueden dejar en la zona de la Bastilla, la más afectada por los accidentes de la semana pasada.
Pocos o nulos han sido hasta el momento los efectos de declaraciones del Gobierno y de los miembros menos duros del sindicato -como la de Laurent Berger de la CFDT- apuntando a supuestas "aperturas" al diálogo.
Berger pide poner "en suspenso" la reforma de las pensiones por 6 meses, pero nadie del gobierno ha comentado siquiera sobre la propuesta.
La premier, Elisabeth Borne, durante una entrevista en el Elíseo con el presidente Emmanuel Macron, afirmó que estaba "disponible" para discutir programas y reformas, con la excepción, sin embargo, de las pensiones. (ANSA).
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