(ANSA) - TEL AVIV, por Aldo Baquis - Comprometido desde hace ya tres meses en dos frentes -Gaza y Líbano-, Israel se da cuenta de que la situación en Cisjordania también se deteriora rápidamente.
Hamás e Irán, según fuentes militares, soplan con viento a favor.
Tras las huelgas generales de protesta y tras las procesiones en las que ondearon banderas de Hamás y en las que se ensalzó a Ezzedin al-Qassam (el brazo militar de Hamás), hoy se produjeron varias señales de alarma en Cisjordania.
En el campo de refugiados de Jenín, siete milicianos locales murieron en un enfrentamiento de cuatro horas con unidades del ejército israelí.
Murió un agente de la Guardia de Fronteras israelí.
Cerca de Ramala, atacantes palestinos tendieron una emboscada armada a coches que pasaban conducidos aparentemente por israelíes: sus balas mataron a un árabe de Jerusalén Este e hirieron gravemente a una farmacéutica árabe-israelí empleada en un hospital de Jerusalén.
Y en un paso fronterizo cercano a Jerusalén, una pareja palestina atropelló con su coche e hirió a otro agente de la guardia fronteriza. Pero el fuego de represalia, que según la policía israelí neutralizó a los atacantes, mató a una niña palestina de 4 años que se encontraba en un vehículo cercano.
"Las arterias de Cisjordania se convirtieron en una trampa mortal", denunciaron los colonos israelíes. Su sensación de seguridad se vió sacudida desde el pasado 7 de octubre y las autoridades -constató hoy con preocupación Haaretz- les distribuyeron miles de fusiles.
La situación podría degenerar en cualquier momento, añadió el periódico, si el ejército no refuerza el control sobre los sectores extremistas del movimiento de colonos.
La dinámica del enfrentamiento que tuvo lugar en Jenin recordó a las operaciones típicas de Hezbolá. En particular, señalaron fuentes militares, el depósito bajo el asfalto de dispositivos muy potentes, con un peso de entre 40 y 50 kilogramos, diseñados para atacar a los vehículos blindados israelíes en su punto más débil: su base.
Por esta razón, en los últimos meses cada entrada de fuerzas israelíes en los campos de refugiados de Cisjordania está precedida por excavadoras para detonar los dispositivos antes de que causen pérdidas a las fuerzas entrantes.
Hoy, sin embargo, uno de los vehículos fue alcanzado por una gran carga explosiva (aparentemente fabricada por Irán) y cuatro soldados resultaron heridos. Fue una emboscada en toda regla.
Se abrió fuego masivo contra ellos y fue necesaria la intervención de la fuerza aérea para resolver la situación.
Siete milicianos palestinos murieron y durante el funeral se descubrió que cuatro de ellos (envueltos en banderas islámicas verdes) eran milicianos de Hamás y un quinto miembro de Al Fatah.
La situación, señalaron los observadores israelíes, empeora continuamente.
Durante tres meses, más de 100.000 trabajadores en Cisjordania estuvieron desempleados porque ya no se les permite ingresar a Israel por razones de seguridad.
Así surge entre los más jóvenes la tentación de recurrir a la lucha armada.
Hamás, afirmó la radio militar, está dispuesto a ponerles fusiles en la mano y promete un pago por cada ataque: entre 2.000 y 3.000 shekels (entre 500 y 750 euros), una suma considerable entre los jóvenes de la empobrecida Cisjordania.
(ANSA).
Cisjordania en llamas, se abre un nuevo frente
A 3 meses del ataque de Hamás otro brote después del Líbano