Política

Una fundación italiana, esperanza ante la crisis de Haití

ONG Avsi, desde hace 25 años en el país caribeño.

Redazione Ansa

(ANSA) BUENOS AIRES - "Emergencia humanitaria sin precedentes", "Situación explosiva", "Colapso institucional total": así es como se describe la crisis que aflige a Haití, un país representado como un barco a la deriva sin capitán. En este escenario trágico, donde la mitad de la población no puede alimentarse adecuadamente y ve en la emigración su única esperanza, opera desde hace 25 años la Fundación AVSI, una organización de la sociedad civil con sede en Milán.
    "Es difícil establecer una jerarquía entre las muchas emergencias existentes", admite a la ANSA Flavia Maurello, una milanesa de 35 años, directora de AVSI en Haití, donde cuenta con un equipo de más de 300 miembros.
    "Nuestro programa más importante", explica, "es el de 'protección humanitaria', que desarrollamos en los barrios marginales de la capital. Buscamos responder a las necesidades básicas de la población, a merced de los movimientos migratorios provocados por la violencia. Y nos ocupamos principalmente de mujeres y niños".
    "La crisis sanitaria", asegura, "es el tema más grave para la gente. Muchos hospitales han sido destruidos o no funcionan debido a la falta de personal". Además, "faltan medicamentos, todos importados, y algunos, debido a la parálisis del puerto, son inaccesibles".
    "Luego las escuelas llevan un mes cerradas en Puerto Príncipe, en una situación muy grave. El sistema educativo funciona mal. Los jóvenes pierden años de educación. En algunos barrios, los edificios escolares han sido destruidos. Y la situación es dramática en las zonas más humildes de la capital", explica.
    Maurello agrega que también hay "una aguda crisis alimentaria: Haití produce solo el 40% de los alimentos que consume, falta agua potable y las reservas de combustible están en su nivel más bajo, ya que se importa el 100% del extranjero.
    "A pesar de ser un país caribeño, en Haití no hay energías alternativas, por lo que incluso las antenas de telefonía funcionan con combustible. Si dejáramos de recibirlo, se paralizarían las telecomunicaciones", destaca.
    Comentando el abandono de las zonas rurales, Maurello explica que "muchos de los productos básicos que podrían producirse aquí no lo son porque compiten con los importados".
    A menudo, concluye, las importaciones son de "productos de desecho. Hay controversia sobre el arroz de mala calidad que llega de los Estados Unidos a un precio más bajo que el local.
    Una competencia despiadada porque el arroz aquí aún se cosecha a mano, lo que implica costos más altos y una menor cantidad en comparación con la producción industrial". (ANSA).
   

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