Así lo confirma Ropi (Red Italiana de Oncología de Pacientes) en su nuevo cuaderno Actividad física y tumores.
El volumen, que puede descargarse gratuitamente en el sitio reteoncologicaropi.it, explica que los programas de actividad aeróbica y de intensidad ligera-moderada también tienen efectos positivos sobre la psique y favorecerían el aumento de las células asesinas naturales, reduciendo la concentración de estrógenos corresponsable del desarrollo de algunos tumores hormonodependientes (mama, útero y próstata).
"Lo que se ha demostrado es que los programas específicos de actividad física, la intensidad de la práctica y la 'dosificación' pueden mejorar la acción y la reacción ante la enfermedad", explica Stefania Gori, presidenta de Ropi.
"En general, una mejora en la sensación de fatiga que acompaña a las terapias, reduciendo los posibles efectos secundarios, como los dolores articulares, mejorando la función cardiorrespiratoria con un impacto general en el bienestar psicofísico - continúa - que puede potenciarse con la elección del tipo de actividad, principalmente aeróbica y de intensidad ligera-moderada".
En detalle, más de 50 estudios han demostrado que el ejercicio físico regular, practicado durante toda la vida, reduce el riesgo de cáncer de colon entre un 30 y un 40% aproximadamente y el de pulmón en un 20%.
En las mujeres con cáncer de mama, en particular, ejercicios como caminar, nadar, bailar, caminar nórdico y estirarse mejoran la tolerabilidad de los tratamientos posquirúrgicos y reducen las posibilidades de recurrencia, además tienen efectos positivos en la reducción de la aparición de cáncer de endometrio al 20-40%. (ANSA).
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