De hecho, Israel está "preparado para una acción muy fuerte en el norte", advirtió el primer ministro Benjamín Netanyahu durante una visita a la ciudad de Kiryat Shmona, cerca de la frontera libanesa, afectada por grandes incendios provocados por drones lanzados por Hezbolá.
"De una forma u otra -advirtió- restableceremos la seguridad en el norte del país".
La advertencia de Netanyahu siguió a la de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), las cuales, el martes, hablaron abiertamente de una operación a la que sólo le falta el sello del gobierno.
Y la tensión no muestra signos de disminuir, entre los cohetes y drones lanzados desde el otro lado de la frontera y las continuas incursiones israelíes en una franja cada vez más amplia de territorio libanés.
En la ciudad israelí de Hurfeish, no lejos de la frontera, los drones - reivindicados por milicianos chiitas libaneses -hirieron a 11 personas, una de ellas de gravedad.
Al menos uno -anunció más tarde el Ejército- estaba cargado de explosivos.
En el frente sur, sin embargo, la hoja de ruta para Gaza relanzada por el presidente estadounidense Joe Biden -la cual cuenta con el apoyo de la comunidad internacional- parece tropezar con dificultades crecientes, a pesar de los esfuerzos conjuntos de los mediadores de Qatar, Egipto y Estados Unidos.
La principal piedra sobre la que todo podría hundirse es siempre la misma: una tregua temporal, como quiere Israel, o total, como pide Hamás.
La facción islámica -afirmó su líder Ismail Haniyeh- tratará "seria y positivamente" cualquier alto el fuego que se base en un cese total de la guerra, la retirada del ejército israelí de la Franja y un intercambio de rehenes por detenidos palestinos.
Hamás -añadió- lleva a cabo "las negociaciones armada con esa posición que representa la voluntad de nuestro pueblo y su valiente resistencia".
En Doha, la delegación de Hamás se reunió con el primer ministro de Qatar, Mohammed bin Abdulrahman Al Thani, y con el jefe de los servicios de inteligencia egipcios, Abbas Kamel.
Previamente Al Thani y Kamel se reunieron con el jefe de la CIA, William Burns, también en la capital qatarí para avanzar en el acuerdo sobre el alto el fuego y los rehenes.
Desde Israel, el ministro de Defensa, Yoav Gallant, reiteró que "todas las negociaciones con Hamás sólo se desarrollarán bajo fuego".
En un reconocimiento aéreo en la frontera con Gaza y luego en el Líbano, Gallant subrayó que "los ataques de las FDI son visibles en todos los frentes. Avanzaremos y desgastaremos al enemigo".
El hecho es que el posible acuerdo es visto como humo por la derecha radical del gobierno de Israel, que amenaza con derrocar al ejecutivo.
Bezalel Smotrich, líder del "sionismo religioso" y ministro de Finanzas, reiteró que se opondrá a un acuerdo que implique el intercambio de rehenes israelíes por "terroristas que tienen las manos manchadas de sangre" y que no garantice la eliminación de Hamás.
El otro halcón de la derecha radical, Itamar Ben Gvir, fue más allá y anunció que su partido, "Poder Judío", no votará con la coalición gubernamental hasta que Netanyahu dé a conocer íntegramente el acuerdo sobre la posible tregua con Hamás.
Por su parte, el asesor de seguridad nacional estadounidense, Jake Sullivan, intentó echar agua al fuego: "Israel -afirmó- es una democracia ruidosa, pero el Gobierno israelí volvió a confirmar varias veces que la propuesta sigue sobre la mesa y que corresponde a Hamás aceptarla".
Mientras, las FDI, que siguen operando en el centro y el sur de la Franja, se preparan para retirar otros 50.000 reservistas, destinados a Gaza, por un total de 350.000 a finales de agosto, la cifra más alta jamás alcanzada. (ANSA).
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