"No ha sido una decisión fácil", destacó el presidente de la República de Austria, Alexander Van der Bellen, al otorgar el mandato, pero aclaró que "el señor Kickl considera que puede encontrar soluciones viables".
A 100 días de las elecciones legislativas del 29 de septiembre, en las que el FPÖ logró un sorprendente 29 % de los votos, la decisión del jefe de Estado fue inevitable, tras el fracaso de las negociaciones para una coalición entre el partido socialdemócrata (SPÖ), los populares (ÖVP) y los liberales centristas de NEOS.
Esta coalición habría sido liderada por el canciller saliente y líder de los populares, Karl Nehammer, y estaba diseñada para mantener a la extrema derecha fuera del gobierno nacional.
Van der Bellen habló de una "nueva situación" después de que los conservadores, bajo el liderazgo interino de Christian Stocker, tras la dimisión de Nehammer, declararan el domingo negociarían con la extrema derecha si eran invitados, un cambio drástico en la postura de rechazo mantenida hasta ahora.
"Este país necesita un gobierno estable en este momento y no podemos seguir perdiendo el tiempo con campañas electorales", afirmó Stocker.
El nombramiento de Kickl, conocido por sus simpatías neonazis apenas disimuladas, preocupa a muchos austríacos y gran parte de Europa. Hoy, cientos de personas protestaron frente a la presidencia en el palacio Hofburg de Viena, coreando "¡Fuera nazis!" y mostrando carteles con el mensaje "No queremos una Austria gobernada por extremistas de derecha".
Ahora, Kickl tiene la oportunidad histórica de cumplir su sueño de convertirse en el "Volkskanzler" (Canciller del Pueblo), un término que le gusta utilizar y que también empleaba Adolf Hitler.
Durante su encuentro con Kickl, el presidente subrayó que el nuevo gobierno deberá respetar los principios fundamentales de la Unión Europea, incluyendo los valores democráticos, la libertad de prensa y los derechos civiles, que son pilares innegociables en cualquier negociación para formar una coalición.
Aunque muchos analistas consideran "muy probable" una coalición ÖVP-FPÖ, un factor de incertidumbre son las elecciones regionales del 19 de enero en Burgenland, una región al este de Austria que limita con Hungría y Eslovaquia, y que históricamente ha sido gobernada por el partido socialdemócrata.
Este voto será una prueba crucial para las fuerzas políticas austriacas en un momento particularmente delicado, y podría tener implicaciones importantes para la composición de la futura coalición de gobierno. (ANSA).
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