(ANSA) - Por Ludovico Mori - Argentina celebra sus 40 años de democracia bajo el signo de “nunca más”: ese “nunca más” pronunciado por el fiscal Julio César Strassera en su discurso de clausura del juicio contra la dictadura y el mensaje fundacional sobre el que el país ha reconstruido su identidad, como lo demuestra la decisión de organizar el Foro Mundial de Derechos Humanos en Buenos Aires, a partir del 20 de marzo, en un crescendo de iniciativas que culminará con la gran marcha en Plaza de Mayo el 24, trágico aniversario del golpe militar de 1976.
Porque sumergirse en cualquiera de las decenas de miles de historias de víctimas de la dictadura militar argentina es una experiencia que no puede dejarnos indiferentes aún hoy, décadas después.
Luego de largas pausas de ceguera y silencio, el juicio iniciado el 22 de abril de 1985 contra los mandos que se alternaron al frente del país en los años comprendidos entre 1976 y 1983 representó en ese sentido un verdadero susto para la sociedad argentina, así como para la comunidad internacional.
Millones de personas, que hasta entonces habían permanecido sinceramente inconscientes o que le habían dado la espalda e ignorado, se encontraron frente a los testimonios crudos y sin filtros de más de 700 víctimas, nunca escuchados hasta entonces.
Sin embargo, la colección de violencia y sadismo desplegada por los militares que se desprende de esos testimonios no era imaginable.
Y los primeros en sorprenderse de lo que escuchaban fueron quizás los mismos fiscales a cargo de la acusación: el fiscal Strassera, y el joven abogado Luis Moreno Ocampo.
“Strassera era un tipo normal que se enfrentó a un desafío extraordinario de la vida y que asumió la responsabilidad”, dijo en varias ocasiones el propio Ocampo del hombre que ahora es considerado una figura central de la transición democrática en Argentina.
De hecho, la actividad de Strassera como fiscal durante la dictadura no estuvo exenta de sombras. Diversos testimonios de familiares de los 30.000 desaparecidos relatan cómo en algunos casos se había negado a otorgar el hábeas corpus de personas desaparecidas.
Strassera se convirtió en un héroe involuntario de su tiempo por el hecho de que supo estar a la altura de la extraordinaria responsabilidad con la que fue investido en un momento determinado.
Pero su conducción de la investigación contra los crímenes de la dictadura y su discurso de clausura ante el general Jorge Videla y el almirante Eduardo Massera van también más allá de la simple asunción de responsabilidad.
“Nadie puede alegar que los secuestros, torturas y asesinatos representan 'hechos políticos' o que pueden constituir 'circunstancias de combate' (...) Asumo la responsabilidad de declarar en nombre del pueblo argentino que el sadismo no es una ideología política ni una estrategia de guerra, sino una perversión moral. Somos responsables de fundar una paz basada no en el olvido sino en la memoria; no en la violencia sino
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