(ANSA) - TRENTO, 11 OCT - Carl Lewis, el legendario atleta estadounidense ganador de nueve oros olímpicos y otros ocho en Mundiales, confirmó su preferencia por la candidata demócrata Kamala Harris en las elecciones presidenciales que celebrará su país el martes 5 de noviembre.
"¿También ustedes están de acuerdo conmigo, verdad muchachos? ¿Están de acuerdo conmigo en que nos les gusta (Donald) Trump?", agregó Lewis al aludir al candidato republicano mientras se dirigía al público en el auditorio Santa Chiara de Trento, Italia, en el marco del Festival del Deporte.
Acto seguido, el alguna vez bautizado como el "Hijo del Viento", tomó entre sus manos una fotografía de Trump, pidió una pluma, le dibujó unos "cuernitos" en la frente y comentó: "Ahora se ve mejor", tras lo cual recibió un cerrado aplauso de la concurrencia.
Posteriormente, tomó otra de Harris y afirmó: "La historia. Esta es la historia y nosotros la escribiremos. Conservaré esta foto", agregó antes de volver a tomar la de Trump, romperla y arrojarla al aire.
No quedaron dudas de a quién le dará su voto Lewis, de 63 años, quien supo hacer historia al conquistar las pruebas de velocidad y de salto en largo durante cuatro ediciones consecutivas de los Juegos Olímpicos: en Los Angeles 1984, Seúl 1988, Barcelona 1992 y Atlanta 1996.
"Ya pasaron 40 años desde los Juegos de Los Angeles y 30 desde mi última participación olímpica", destacó el considerado como uno de los mejores atletas de la historia, al afirmar que "lo que más disfruto es que a pesar de haber pasado tanto tiempo, la gente todavía sigue hablando de eso".
Lewis confesó tener "una relación muy especial con Italia, donde conocí a varios campeones y realicé mi primera gira por Europa en 1980", al evocar uno de esos "momentos especiales de mi vida, que me hace muy feliz recordar, así como a aquellos con quienes los compartí".
"Lo más importante de ser el número uno es la persona y el orgullo de seguir adelante y lograr nuevas metas. Todos los que me decían que tenía que seguir siendo el número uno me ayudaron a mejorar", reconoció.
De paso, reiteró que su deseo "no era ser un velocista, sino simplemente saltar. Eso era lo que quería cuando tenía 17 años porque saltar es algo completamente distinto a correr, es mucho más difícil", afirmó al aludir al salto en largo, disciplina en la que logró el oro olímpico en cada una de las cuatro ediciones de los Juegos que disputó.
El oriundo de Birmingham, Alabama, que también sumó una medalla de plata en los 200 metros de Seúl 1988, pudo haber disputado una edición más de los Juegos, cuando lo convocaron al equipo que debía participar en Moscú 1980, al que finalmente no concurrió por el boicot de su país contra la Unión Soviética en épocas de la "Guerra Fría".
Hoy, algunas reminiscencias de aquellos tiempos parecen revivir, mientras Estados Unidos se apresta para una nueva elección presidencial en la que el deporte también juega su partido y puertas adentro se debate entre el "blacks lives matter" y los "genes malignos de los inmigrantes", como suele definirlos vulgarmente Trump.
Las declaraciones de Lewis parecen apuntar en ese sentido y un ejemplo de esa disputa política y social que se da también en el deporte se refleja en la figura de la joven Caitlin Clark, estrella de la Woman National Basket Association (WNBA), la versión femenina de la NBA en la que brilla con "Indiana Fever".
Clark es una basquetbolista blanca en una disciplina donde más del 80 por ciento de sus colegas son afroestadounidenses, razón por la cual algunos pretenden ver en ella a un emblema de esa puja que le es ajena a la propia interesada.
El "Washington Post" se suma a la polémica al afirmar que "si la teoría de Trump prevaleciera, acabaría con la grandeza del deporte estadounidense porque dejaría de lado a los hijos de los inmigrantes, (con ADN defectuoso y potenciales asesinos, a decir del ex presidente, Ndr) incluida la mayoría del equipo olímpico, de la NBA, de la NFL y hasta a Joe DiMaggio", legendario astro del béisbol de ascendencia italiana.
Si bien en la WNBA hay otras jugadoras blancas como Diana Taurasi, capitana del equipo olímpico de origen italiano y argentino a la que Kobe Bryant (la Mamba negra) define como "White Mamba" (la Mamba Blanca), ninguna deportista genera y divide las aguas como Clark, cuya presencia en la Liga hizo batir todos los récord de asistencia, audiencia y merchandising este año.
Esto, a pesar de que Indiana Fever quedó eliminado en la primera ronda de los "playoff".
Para muestra basta un botón, suele decirse y en el caso de Clark esta premisa aplicaría en una falta antideportiva que sufrió por parte de DiJonai Carrington, jugadora de Connecticut Sun, quien le metió un dedo en el ojo, gesto que algunos aprovecharon para cargar las tintas.
Fue la propia Carrington quien denunció los comentarios racistas al destacar que por aquella actitud la catalogaron de "agresiva e indisciplinada", apelando a un estereotipo con el que muchos suelen calificar a las personas negras.
Otra "bienvenida" al básquetbol profesional femenino se la dio Chennedy Carter, jugadora de Chicago Sky, al golpearla con el hombro mientras el juego estaba detenido, lo que dio lugar a afirmaciones tales como que las jugadoras afroestadounidenses se conjuraron contra Clark.
"Nunca vi semejante nivel de hostilidad hacia una jugadora", afirmó Kelly Loeffler, copropietaria de Atlanta Dream, quien de paso señaló que la irrupción en escena de la nueva estrella permitió mayores ingresos y por ende mejores salarios para todas sus colegas y sugirió que quizás esa agresividad responde a que Clark es la jugadora que más dinero percibe de sus sponsors.
Sean cuales fuesen las razones, lo cierto es que la WNBA nació en 1997 tras el éxito del equipo olímpico estadounidense en los Juegos de Atlanta 1996, que serían los últimos para Carl Lewis, pensada para los fanáticos blancos y heterosexuales.
Con el correr de los años, las cosas fueron cambiando y en 2020, el 83 por ciento de las jugadoras de la WNBA eran negras, un 67 por ciento de las cuales se consideraba afroestadounidense, mientras que un "porcentaje sustancial" se autodefinía como LGBTQ+. (ANSA).
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