Según un extenso artículo del Financial Times, el mandatario ruso decidió lanzar su "operación militar especial"' en secreto, hablando solo con unos pocos asesores de gran confianza y manteniendo en las sombras a prácticamente todo el liderazgo de Moscú, incluido Lavrov, quien "alrededor de la 1 de la mañana del 24 de febrero recibió una inquietante llamada telefónica: después de meses de preparar una fuerza de invasión de 100.000 hombres en las fronteras con Ucrania, Vladimir Putin había dado luz verde a la invasión".
La decisión "tomó a Lavrov totalmente por sorpresa", escribió el periódico en su artículo. en el que cita a seis antiguos confidentes de Putin, personas involucradas en el esfuerzo de guerra ruso y altos funcionarios actuales y anteriores en Occidente.
"Solo unos días antes, el presidente ruso había sondeado a los miembros de su consejo de seguridad sobre la posibilidad de reconocer los dos pequeños estados en Donbás", pero "no les había comunicado sus verdaderas intenciones". Todos los principales líderes del Kremlin "solo se enteraron de la invasión cuando vieron a Putin declarar una 'operación militar especial' en la televisión esa mañana".
Durante una reunión ese mismo día con varios oligarcas, "todos estaban perdiendo la cabeza" porque sabían que las sanciones los golpearían duro", dijo uno de los presentes al periódico.
"Uno de los oligarcas le preguntó a Lavrov cómo Putin pudo haber planeado una invasión tan grande con un círculo tan pequeño, tanto que la mayoría de los altos funcionarios del Kremlin, el gabinete económico de Rusia y su élite empresarial ni siquiera creían que fuera posible. 'Tiene tres asesores', respondió Lavrov. Iván el Terrible, Pedro el Grande y Catalina la Grande'".
Según el plan de invasión de Putin, "se suponía que las tropas rusas tomarían Kiev en cuestión de días. Pero no lo hicieron, 'todo salió terriblemente mal'" dijo al periódico un ex alto funcionario ruso.
A pesar de esto, Putin sigue insistiendo en la guerra, mientras que "la mayor parte de la administración presidencial y el gabinete económico le dicen a sus amigos que se oponen a la guerra".
Cada vez más aislado, el mandatario ruso toma decisiones asesorado únicamente por su círculo íntimo.
Pero "las demandas de lealtad de Putin solo aumentaron el incentivo para que los asesores le digan lo que quiere oír".
Porque el presidente ruso "prefiere la lealtad a la competencia".
"Stalin era un tipo malo, pero un buen gerente, porque no podías mentirle. Pero nadie puede decirle la verdad a Putin", aseveró una de las fuentes cercanas al presidente ruso.
"Las personas que no confían en nadie comienzan a confiar en un número muy pequeño de personas que mienten", agregó.
(ANSA).
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