(ANSA) - SANTIAGO DE CHILE 4 JUL - El presidente de la
República de Italia, Sergio Mattarella, recorrió hoy el Museo de
la Memoria y los Derechos Humanos, en Santiago, durante su
visita oficial a Chile.
Con películas, fotografías, exposiciones, videos
testimoniales, recortes de periódicos, gran parte del museo
recorre los años de la dictadura de Augusto Pinochet, iniciada
el 11 de septiembre de 1973, con el golpe de Estado y suicidio
del presidente Salvador Allende.
"No podemos cambiar nuestro pasado. Sólo tenemos que
aprender lo que pasó. Esta es nuestra responsabilidad y nuestro
desafío", dijo por entonces la presidenta de Chile, Michelle
Bachelet, al inaugurar el museo el 11 de enero de 2010.
Un viaje, aquel del Jefe de Estado a Chile, que mira a la
memoria, al vínculo entre los dos países que encontraron rasgos
de intensa cercanía precisamente en la oposición a Pinochet.
La embajada italiana en Santiago acogió a los exiliados:
había 207 en 1974, un año después del golpe. Y en 1984 se
contabilizaban 12.000 refugiados, que desde Chile encontraron
refugio en Italia. Pero la visita oficial a Chile está anclada
en el presente.
Mattarella hizo un injerto del presente durante su encuentro
en Santiago con la comunidad italiana.
Las tensiones que existen" hacen más actual "la necesidad de
que los países que tienen vocación de paz, equilibrio y
colaboración internacional hagan sentir cuál es el camino
verdadero, más justo y más adecuado para el destino del mundo".
Chile, al igual que Italia, condenó la agresión rusa contra
Ucrania. Fue un tema que, desde Sudamérica hasta Estados Unidos,
recorrió la jornada de Mattarella.
En un mensaje enviado al presidente estadounidense, Joe
Biden, con motivo del aniversario de la independencia
estadounidense, Mattarella recordó que "Washington y Roma están
unidos en el compromiso común de fortalecer el vínculo
transatlántico, que sigue representando el más sólido base de la
paz y la seguridad internacionales, así como el requisito previo
fundamental para abordar con eficacia los desafíos más
apremiantes de nuestro tiempo. Nuestra firmeza y unidad de
propósito frente a la brutal agresión rusa contra Ucrania, y sus
dramáticas consecuencias, demostraron, una vez más, la vitalidad
perdurable".
Marcia Scantlebury, una militante del Mir, el Movimiento de
Izquierda que fue una de las prisioneras de la dictadura de
Pinochet, no solo fue la guía de Mattarella, es la presidenta
del Museo de la Memoria. Ella lo diseñó y lo quiso. Escapó de la
dictadura chilena. Pero las víctimas, los ejecutados y los
desaparecidos son innumerables.
Las fotos de dos de ellos se pierden entre las de decenas
más, entre los rostros que ocupan toda una pared del museo, de
dos pisos de altura. Esos dos son un italiano, Bruno Del Pero
Panizza, y un sacerdote Omar Roberto Leonelli. Para ellos, como
símbolo de todos los demás, Mattarella encendió dos velas
virtuales, presionando un botón en la pantalla instalada frente
a una ventana de vidrio con vista a ese santuario de la memoria.
Unas horas antes, a la comunidad italiana que lo acogió en
el Estadio Italiano, una estructura deportiva y cultural fundada
a principios de la década de 1940 como lugar de encuentro de
inmigrantes, Mattarella había llevado "el abrazo de Italia,
tanto más intenso cuanto más geográficamente distante".
También hizo los honores el presidente de honor de la
estructura, Rocco Inserrato, quien llegó a Chile en 1955.
"Hay 90.000 italianos en Chile con derecho a voto en el
exterior -recordó-, el 70 por ciento vive en Santiago. El flujo
desde Italia comenzó después de la Primera Guerra Mundial y tuvo
su apogeo luego de la Segunda Guerra Mundial".
Cuando nació, el Estadio Italiano tenía la infaltable cancha
de fútbol y los inevitables bolos. Ahora ocupa seis hectáreas.
También cuenta con 10 salones para fiestas y bailes". No hay
mucho baile de salón. "Sobre todo tango". (ANSA).
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