(ANSA) - VILNA, por el enviado Mattia Bernardo Bagnoli - La cumbre de la OTAN en Vilna cerró definitivamente la era post-soviética que había inaugurado una época de diálogo con Rusia y de intenso tráfico comercial a nivel global, que llevó a Europa -pero no a Estados Unidos, con su papel de policía del mundo- a recoger los dividendos y de la paz y recortar el gasto militar.
Todo esto ha terminado en la capital lituana: la OTAN aprobó aquí "planes modernos" para retomar su actividad principal: la defensa y la disuasión.
Si desde la caída del Muro de Berlín la OTAN se había concentrado en "resolver crisis" más allá de sus fronteras, invirtiendo en "movilidad y agilidad", la tarea de proteger "cada centímetro de suelo aliado" requiere volver a los orígenes, modificando "las estructuras de mando y control" y reforzando los contingentes según una lógica "multidominio": aire, tierra, mar, ciber y espacio.
"No podemos descartar la posibilidad de un ataque a la soberanía e integridad territorial de los aliados", dice el comunicado final desde Vilna.
Entonces, ¿qué cambia desde un punto de vista práctico? El Nuevo Modelo de Fuerzas decidido en Madrid prevé la capacidad de desplegar 300.000 hombres en 30 días (100.000 en solo 10 días).
Ahora se procederá a la puesta a tierra y se han aprobado planes regionales -norte, centro y sur- llamados a articular el despliegue de hombres y medios.
El foco obviamente cae en el flanco este. Los ocho grupos de batalla se actualizarán al nivel de brigada (alrededor de 5.000 hombres) y algunos de ellos se desplegarán "permanentemente" (por ejemplo, en Letonia y Lituania).
Luego se trabajará para "mejorar aún más la preparación, la preparación y la interoperabilidad de la defensa aérea y antimisiles integrada de la OTAN", principalmente en el este.
Todo esto tiene un costo. Así se vuelve al 2% del PIB en gasto militar "como umbral mínimo" -antes de la caída del Muro nadie se apartaba- con la conciencia de que ahora "hay que invertir más y con urgencia para cumplir los compromisos asumidos como aliados del Pacto Atlántico".
Y para tener las capacidades necesarias, la Alianza "requiere una industria de defensa fuerte y capaz, con cadenas de suministro robustas, incluida una industria de defensa más fuerte en Europa".
Pero no solo está Rusia. "Las ambiciones declaradas y las políticas coercitivas de la República Popular China desafían nuestros intereses, nuestra seguridad y nuestros valores", afirman los aliados.
Y aunque la OTAN dice que está "abierta a un compromiso constructivo" con Pekín "para construir una transparencia mutua", el Pacto Atlántico también está dispuesto a "defender nuestros valores compartidos y el orden internacional basado en normas, incluida la libertad de navegación".
"Seguiremos ejerciendo regularmente la capacidad de la Alianza para fortalecer rápidamente a cualquier aliado que esté amenazado", dijo el comunicado.
"Estamos adaptando y agilizando nuestros procesos de toma de decisiones y mejorando la eficacia de nuestro sistema de alerta y respuesta". Porque el tiempo de la paz a toda costa ha terminado. (ANSA).
Acabó la era post-soviética, llegó la Guerra Fría 2.0
La OTAN vuelve a defenderse de Rusia. Con un ojo en Pekín.