(ANSA) - MOSCU, 24 AGO - Toda la estructura de liderazgo de
Wagner, y no solo Prigozhin, pueden haber quedado destruida en
el accidente del avión privado que volaba el miércoles de Moscú
a San Petersburgo.
Una circunstancia que, de confirmarse, parece excluir la
posibilidad de que la compañía militar privada continúe sus
actividades de forma autónoma del Kremlin, y más aún para
planear una contra venganza contra Vladimir Putin, el sospechoso
número uno de los mismos "músicos" de Wagner, además de medio
mundo.
El más aclamado hoy en los canales cercanos al grupo es el
jefe militar de la compañía privada, el exoficial del GRU, el
servicio secreto de las fuerzas armadas, Dmitry Utkin, que desde
2013 trabajaba con Prigozhin para formar sus milicias y las
bautizó con su nombre en clave, Wagner de hecho.
Nacido hace 53 años en la región de los Urales, criado en
Ucrania y trasladado a San Petersburgo como estudiante, Utkin es
recordado por muchos por sus inclinaciones políticas de extrema
derecha y sus tatuajes nazis.
Aunque ha permanecido en la sombra durante todos estos años,
dejando a Prigozhin el papel de cara pública de Wagner, los
servicios exteriores se interesan por él desde hace tiempo,
hasta el punto de que desde 2017 hasta 2021 ha sido objeto de
sanciones estadounidenses y europeas.
El sitio de investigación Dossier, del exoligarca ahora en
el exilio Mikhail Khodorkovsky, señala que otra figura clave
entre las presuntas víctimas del accidente de ayer es Valery
Chekalov, muy cercano a Prigozhin desde principios de la década
de 2000.
Estaba entre los gerentes de su empresa Concord (porque
manejó contratos para el suministro de alimentos al ejército) y
luego fue responsable "de todos los proyectos civiles de Wagner
en el extranjero, incluida la exploración geológica, la
producción de petróleo o la agricultura". En resumen, un hombre
sin el cual la criatura de Prigozhin difícilmente podría seguir
alimentándose y sobreviviendo.
Entre los pasajeros también se reportaron otros integrantes
del
grupo: Yevgeny Makaryan, Alexander Totmin, quienes
Lucharon en Sudán, Serghei Propustin y Nikolai Matyuseyev.
Hace unos días Prigozhin publicó su último vídeo, en el que
afirmaba estar en Africa y que sus hombres seguían desempeñando
allí las tareas asignadas. Pero está claro que en los dos meses
transcurridos desde el intento de motín del 24 de junio, Putin y
los jefes militares han trabajado asiduamente para limpiar toda
la complicidad, real o presunta, que el jefe de Wagner podría
haber tenido dentro de las fuerzas armadas.
Ayer mismo se cerró el círculo con el anuncio oficial de la
destitución como jefe de las fuerzas aeroespaciales del general
Sergei Surovikin quien, según varios medios occidentales, era
sospechoso de haber apoyado el intento de revuelta de los
"músicos".
Incluso la supuesta mediación y la promesa del presidente
bielorruso Aleksandr Lukashenko de acoger a los rebeldes
wagnerianos en su país aparecen hoy simplemente como una forma
de permitir que el Kremlin gane tiempo y retome la situación. Y
ante esto, no es casualidad que, según el servicio bielorruso de
Radio Liberty, uno de los dos campos de Wagner instalados en
Bielorrusia cerca de Osipovichi, en la región de Mogilev, esté
siendo desmantelado.
El analista Alexander Kynev, entrevistado por el periódico
Novye Izvestia, amplía el debate recordando el arresto el mes
pasado de otro gran crítico del establishment: el héroe
nacionalista Igor Girgin "Strelkov".
Las autoridades, afirma, "mejoran seriamente su imagen y se
acabó el juego del patriotismo". Es decir, de todo ese
movimiento autodenominado "patriótico" que se opuso a que Putin
le pidiera que fuera más despiadado en el campo ucraniano.
(ANSA).
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Del neonazi Utkin a Chekalov, las otras víctimas
Wagner decapitado, el destino del grupo ahora parece sellado