De hecho, el pacto se enfrenta ahora al desafío del diálogo tripartito, es decir, esa etapa del proceso legislativo europeo que prevé la alineación de posiciones entre el Consejo y el Parlamento, para llegar así a un texto común.
El Parlamento Europeo ya ha hecho su trabajo. Ahora le toca al Consejo. Y hasta que esto suceda no se puede pasar a la segunda fase: la "fusión" de los dos textos, que son muy diferentes entre sí en algunos pasajes clave, como la redistribución obligatoria de los inmigrantes.
Luego está la cuestión de las fases de crisis. A este respecto, la Comisión había presentado una propuesta específica para abordar el uso de inmigrantes como instrumento híbrido de presión tras el caso de Bielorrusia. De nuevo. Los países que presionan por una amplia garantía de los derechos de los inmigrantes hacen caso omiso de las medidas decididas por la propuesta.
Por supuesto, se trata de dos elementos legislativos diferentes, pero el debate se está polarizando y todo corre el riesgo de terminar en el mismo caldero.
"Se necesita mucho trabajo entre bastidores para encontrar soluciones y mantener a Alemania en el juego", explica una alta fuente europea. El tema es delicado porque es político. "El problema es la posición de los Verdes, no la de todo el Gobierno", añade la fuente.
Mientras tanto, el barco europeo parte. Lo más probable es que la próxima semana los representantes permanentes ante la UE regresen para discutir el expediente migratorio con vistas al Consejo de Asuntos Interiores del 28 de septiembre.
Luego será el turno del de Luxemburgo, el 19 de octubre.
Último paso, la cumbre de líderes en Bruselas los días 26 y 27 de octubre, donde la migración siempre encuentra un espacio de discusión, si no una verdadera mesa de debate.
Paralelamente, el 15 de octubre se celebrará en Polonia un referéndum para decir no al pacto, coincidiendo con las elecciones políticas. En definitiva, promete ser un otoño agitado sobre el tema. (ANSA).
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