Con una seguridad: Teherán "apoya la legítima defensa de la nación palestina".
En concreto, según se desprende de fuentes cualificadas, la República Islámica habría proporcionado a los milicianos de Gaza tanto armas como indicaciones para geolocalizar los distintos puntos estratégicos que debían ser atacados en Israel. Después de varias reuniones confidenciales entre agosto y septiembre.
Sin embargo, sobre el terreno, ni Irán ni su principal aliado en el Mediterráneo, el Hezbolá libanés, parecen, al menos por el momento, decididos a librar una guerra a gran escala contra el archienemigo de Israel.
Y esto pese al intercambio de disparos que tuvo lugar, según las reglas habituales de enfrentamiento, entre los yihadistas chiítas libaneses y los soldados israelíes a lo largo de la Línea Azul de demarcación entre los dos países. Y a pesar de la acumulación gradual y masiva de fuerzas militares tanto en el lado israelí como en el libanés y sirio.
Hezbolá, que durante la jornada organizó celebraciones populares en la periferia sur de Beirut, se atribuyó el lanzamiento de tres cohetes lanzados desde el sur del Líbano contra posiciones militares israelíes, sin causar víctimas.
La respuesta israelí no se hizo esperar pero, al igual que el ataque de Hezbolá, respetó la etiqueta de guerra tradicional entre dos bandos acostumbrados al diálogo principalmente a través de cohetes Katyusha y fuego de artillería. Estos fueron disparados por Israel en zonas agrícolas y boscosas del sur del Líbano sin causar, incluso en este caso, ninguna víctima.
En tanto, Israel está concentrando vehículos blindados y baterías Patriot al sur de la Línea Azul para interceptar cualquier lluvia de cohetes y misiles desde el frente norte.
Uno de estos Patriots entró en acción, según fuentes libanesas, para derribar un cuarto cohete que explotó en el sector central de la Línea Azul.
Hezbolá, por su parte, logró restablecer su posición previamente destruida por la artillería enemiga y situada a unos cientos de metros más allá de la Línea Azul, en la zona de las granjas de Shebaa, no lejos de la Siria devastada por la guerra.
"Nuestras armas y nuestros cohetes están con ustedes", dijo un alto funcionario de Hezbolá, dirigiéndose a Hamás.
En el lado sirio de la trinchera de Medio Oriente entre Israel y sus vecinos proiraníes, por ahora reina la calma.
Hezbolá estuvo operando en los disputados Altos del Golán durante al menos diez años. Y con el tiempo se integraron en las filas de las milicias auxiliares del gobierno sirio, financiadas y entrenadas por Irán.
La fuerza aérea israelí lleva años realizando al menos dos ataques aéreos por semana contra posiciones iraníes y proiraníes en varios territorios sirios. Y sólo en los últimos días un ataque aéreo atribuido a Israel alcanzó y destruyó depósitos de armas de yihadistas chiítas proiraníes en el remoto este de Siria, en la frontera con Irak.
Este masivo y articulado despliegue de fuerzas a ambos lados de la frontera norte de Israel sirve, al menos por ahora, como elemento disuasivo para evitar el estallido de un conflicto armado a gran escala que podría tener, según varios comentaristas, consecuencias mucho más graves que los de la última guerra, en 2006, entre Hezbolá e Israel.
La explosión de un enfrentamiento armado entre el proiraní Partido de Dios e Israel -afirman los analistas- correría el riesgo de causar un número impresionante de víctimas civiles, terminando por desestabilizar los sistemas de poder en los que se han basado, por años, tanto Hezbolá en el Líbano como el liderazgo iraní, ampliamente disputados en casa por varios sectores de la sociedad.
Por el contrario, lo que se define como la "contundente victoria" de Hamas contra Israel es suficiente para que tanto Irán como Hezbolá fortalezcan por ahora el frente interno y negocien con el enemigo desde una posición de superioridad.
(ANSA).
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