Aunque no hay confirmaciones oficiales, la premier habló de ello en la larga reunión nocturna con el presidente francés, Emmanuel Macron, y con el canciller alemán, Olaf Scholz.
Y, en este sentido, Meloni está dispuesta a entrar en conflicto con el "frente frugal" -Países Bajos, Austria, Suecia y Dinamarca-.
El debate sobre la revisión del presupuesto 2021-27, en la cumbre de la Unión Europea, resultó ser incluso más delicado que el de la ampliación. Por una doble razón: el veto de Budapest pesa mucho sobre los fondos para Ucrania. Pero se trata de un veto que, desde el punto de vista procesal, se puede eludir.
La segunda razón es que la UE arriesga un "todos contra todos" en los fondos mutuos.
La propuesta inicial de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen (50 mil millones para Kiev, 12,5 para la migración, 10 para las empresas y un total de 66 mil millones en dinero fresco) fue rechazada hace algún tiempo.
La última mediación, propuesta por Charles Michel, prevé 22.500 millones de nuevos recursos, 17 de los cuales en subvenciones a Kiev, a los que se pueden añadir 33.000 millones en préstamos.
Los fondos totales que se asignarán a la migración, según el plan del Presidente del Consejo de la UE, ascienden a 8,6 mil millones, de los cuales aproximadamente 5 serán de nueva entrada.
Michel, ante la presión de los países del Mediterráneo, planteó la hipótesis de incluso mil millones más en el capítulo de los inmigrantes, que se recaudarían con la reasignación de los recursos ya existentes de la UE.
Pero fue en vano frente al muro de los frugales.
La fórmula puesta sobre la mesa de los 27 por el Frente Norte lo dice claramente: "Diecisiete más cero". Donde diecisiete son los nuevos miles de millones para Ucrania y cero es la financiación adicional para todas las demás partidas presupuestarias.
A última hora de la tarde (hora local), a pesar de la euforia por la derrota política de Viktor Orban en Kiev, la atmósfera en el edificio Europa volvió a tornarse plomiza.
En una sala contigua a la de la cumbre, Italia, Francia, Alemania, Holanda, Suecia y Finlandia se sentaron a la mesa para una pequeña reunión, quizás decisiva, mediada por Ursula von der Leyen y el propio Michel, Meloni puede contar con el apoyo de Francia ("excelente debate", afirmó Macron sobre la reunión con el primer ministro).
También de la presidenta de la Comisión sobre los inmigrantes y con una cierta flexibilidad que, según algunas fuentes europeas, habría garantizado a Scholz a cambio de un acuerdo rápido, ya el 20 de diciembre, sobre el Pacto de Estabilidad.
Para el gobierno, reducir el alcance de la reforma presupuestaria propuesta por Von der Leyen no es una desventaja.
Porque si se hubiera aprobado el plan de 66.000 millones, Italia habría tenido que pagar alrededor de 2.000 millones al año a Bruselas de aquí a 2027.
Sin embargo, desde un punto de vista político, recompensar solo a Ucrania y no a la migración o la innovación industrial -la llamada plataforma Step- sería una derrota para Roma.
La palabra clave para el gobierno pasa entonces a ser la de flexibilidad.
Por ejemplo, el uso de un porcentaje de los fondos de cohesión (el techo es del 20%) para reforzar la competitividad de la industria, tal y como prevé la plataforma Step.
Otro camino, para Roma, sería aumentar el uso de los llamados recursos propios de la UE, provenientes, por ejemplo, del comercio de emisiones (ETS) o del impuesto al carbono.
La flexibilidad, en la estrategia de Meloni, es también la palabra clave del Pacto de Estabilidad, con la separación de los intereses de la deuda en 2025, 2026 y 2027.
Y con un espacio fiscal para las inversiones del Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia (PNRR) que, sin embargo, en el último borrador de la reforma ya se ha ido.
El camino, para Meloni, es muy estrecho. Y quizás, también por esa razón, hablando el miércoles ante el Senado, la premier llegó incluso a invocar un veto al Pacto. (ANSA).
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