"He oído varias cosas que no fueron confirmadas.
Independientemente de si lo ordenó o no, es responsable de las circunstancias. Es un reflejo de quién es él, no es aceptable", le dijo al periodista durante el fin de semana en su casa de la playa en Delaware.
Luego prometió una respuesta, recordando que el jefe del Kremlin ya está pagando un alto precio por la guerra en Ucrania, entre sanciones y enormes pérdidas de soldados.
Entre las opciones que se barajan, también se encuentran otras menos convencionales. Como la liberación para la reconstrucción de Ucrania de los 300.000 millones de activos rusos congelados en Estados Unidos y -en su mayor parte- en Europa, en una medida que se acordará con los aliados para no perjudicar al dólar y al euro como divisas de reserva mundial.
La Casa Blanca ya dio su visto bueno a la medida parlamentaria, la UE es más cautelosa, pero el G7 bajo presidencia italiana está trabajando en ello.
Mientras tanto, el Departamento de Justicia estadounidense abrió una brecha, transfiriendo por primera vez fondos rusos confiscados a un país extranjero para utilizarlos en apoyo a Kiev.
Una operación facilitada por la verificación de su origen "ilegal": se trata de casi 500.000 dólares procedentes de "una red de suministro ilegal que intentó importar a Rusia una máquina herramienta de alta precisión de origen estadounidense con usos en los sectores de defensa y de proliferación nuclear".
Los fondos se transfieren a Tallin porque las regulaciones estadounidenses no permiten una transferencia directa a Ucrania.
"Este es un paso hacia la justicia y las reparaciones y abre un nuevo camino para combatir la brutalidad de Rusia", explicó la Fiscal General Adjunta Lisa Monaco en la Conferencia de Seguridad de Múnich, prometiendo que el Departamento de Justicia "continuará buscando soluciones creativas para garantizar que el pueblo ucraniano puede responder y reconstruir" y que la administración Biden no esperará al Congreso, sino que utilizará los poderes existentes para ayudar a Kiev.
Entre las otras cartas que se jugarán están las sanciones contra los hijos de los líderes rusos que viven en el extranjero, para presionar a la elite de Moscú, pero parece poco probable que esto haga que Putin cambie de rumbo. En tanto, Biden, tranquilizando a Volodymyr Zelensky sobre la ayuda, continúa atacando a los republicanos de la Cámara de Representantes que, impulsados ;;por Donald Trump, bloquean el paquete de financiación para Kiev que ya fue aprobado por el Senado, y los culpa de la caída de Avdiivka.
"La culpa es de la inacción del Congreso, es absurdo e inmoral no aprobar la ayuda", tronó, calificando de "escandalosa" la pausa parlamentaria de dos semanas que corre el riesgo de hacer que otros territorios ucranianos caigan en manos de los rusos. Y debilitar la credibilidad del liderazgo estadounidense en el mundo.
"Por favor, recuerden todos que los dictadores no se van de vacaciones. El odio no conoce pausas. La artillería enemiga no se queda callada por cuestiones de procedimiento", se hizo eco Zelensky en la Conferencia de Múnich, mientras Trump se dedicaba a lanzar sus zapatillas doradas en Filadelfia y seguir permaneciendo en silencio sobre Navalny.
Las manifestaciones, en tanto, continúan frente a la embajada rusa en Washington contra Putin: decenas de personas, en su mayoría rusas, muestran fotografías del opositor, corean consignas como 'Rusia sin Putin' y levantan pancartas contra el líder ruso, definido como un "asesino".
En las columnas del Washington Post, sin embargo, el ex embajador de Estados Unidos en Moscú, Michael McFaul, elogió a Navalny como "el Mandela ruso", una persona "extremadamente carismática", con "una presencia del calibre de Barack Obama", quien "en elecciones libres habrían destruido a Putin".
"Navalny soñaba con una Rusia libre. Dictadores bárbaros como Putin pueden matar hombres, pero no pueden matar ideas. No sé cuándo, pero confío en que las ideas de libertad de Navalny sobrevivirán a las tiránicas de Putin". (ANSA).
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