En la cumbre del lago de Lucerna, que no cuenta con la presencia de Rusia, pesa la ausencia de China, pero también de otros líderes de países que no han tomado abiertamente partido contra el Kremlin en estos dos años y medio de conflicto: desde el primer ministro indio, Narendra Modi, al presidente brasileño, Lula de Silva, y al líder turco, Recep Tayyip Erdogan, mientras que, en el caso de Europa, es evidente la falta de participación en la cumbre del primer ministro húngaro, Viktor Orban, amigo declarado de Vladimir Putin.
No es casualidad que el mensaje que sale de este frente de los no alineados con Kiev, en el resumen elaborado por Pekín, sea que "Kiev y Moscú deberían encontrarse a medio camino".
Zelensky, al promover la conferencia de Lucerna, logró el objetivo de sentar alrededor de la mesa a representantes de un centenar de países. Los aliados occidentales desde hace mucho tiempo, pero sobre todo muchos países africanos y latinoamericanos, hasta ahora reacios a apoyar a Kiev para no comprometer las relaciones con Rusia, y sobre quienes los ucranianos pueden presionar para convencerlos de que desempeñen un papel más activo en los esfuerzos para detener la hostilidad.
Desde esta perspectiva, el presidente ucraniano intentó llevar a Pekin a la mesa hasta el final, pero el aliado más poderoso de Moscú decidió negarse.
La razón fue reiterada por el representante adjunto chino ante el Consejo de Seguridad de la ONU: el Dragón cree que Rusia y Ucrania deben "encontrarse a mitad de camino" e "iniciar rápidamente conversaciones de paz para alcanzar un alto el fuego y el fin de la guerra".
Una posición "coherente y clara", subrayó el diplomático Geng Shuang, reivindicando un papel de mediación del Gobierno chino, que seguirá "manteniendo una estrecha comunicación con todas las partes". Por el contrario, la OTAN considera a China un actor en el terreno junto a Moscú, como también lo reiteró el G7, que en el comunicado final de la cumbre de Apulia renovó sus acusaciones contra Pekín de ayudar a Moscú a evadir las sanciones proporcionándole componentes y tecnologías para armas.
El G7 incluyó un llamamiento a que se detenga inmediatamente, so pena de nuevas sanciones también para las empresas y los bancos chinos.
También falta en Suiza Erdogan, que hasta ahora ha sido el único líder mundial que ha favorecido un acuerdo entre Ucrania y Rusia, sobre las exportaciones de trigo, en los primeros meses del conflicto. Por un lado, el presidente turco ha suministrado drones a Kiev, pero por otro ha mantenido abierto el diálogo con Putin y, sobre todo, no ha sancionado a Rusia, a diferencia de sus socios de la OTAN: el presidente ruso, al menos hasta ahora, ha podido contar con los buenos oficios de su par turco.
Otro gran actor global que podría presionar a Moscú para que detenga su guerra de invasión es la India, pero hasta ahora esto no ha sucedido. Modi, por el contrario, desde el comienzo de la guerra ha fortalecido las relaciones con Rusia, que suministra el petróleo necesario para las necesidades del subcontinente a precios favorables.
En cuanto a Lula, la falta de alineación con Kiev también pretende ser una señal de distanciamiento de la órbita norteamericana, en un intento de afirmar un nuevo liderazgo mundial en el llamado Sur Global.
India, Turquía y Brasil (además de Hungría) enviaron a sus representantes a la conferencia en Suiza, pero Erdogan, Modi y Lula decidieron no participar personalmente, a pesar de que ya estaban en Europa como invitados de Giorgia Meloni en el G7 en Puglia, también se reunieron con Zelensky, pero sus sillas vacías en Lucerna no son ciertamente una buena señal en el camino hacia la "paz justa" invocada por el líder ucraniano.
(ANSA).
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