Una "jugada extrema", una decisión tomada en soledad, sin perspectivas. Aparte de eso, despunta lo ue siempre se ha vivido como una pesadilla, de "cohabitación" con el enemigo, en la persona de Jordan Bardella, delfín y primer ministro elegido por Marine Le Pen, que puede convertirse en el premier de Francia.
Si en el panorama político Macron -ganador por sorpresa en 2017, expresión de un poder nuevo y joven, fuera de los partidos- se ha convertido hoy en "persona non grata", en su partido, entre sus asesores, sus aliados más fieles, el aire se ha vuelto pesado.
"Júpiter", como le encantaba que lo apodaran, siempre ha sido un solo hombre al mando en estos siete años de doble mandato (cinco, luego confirmación en 2022). Impuso reforma tras reforma, hasta la más resistida, la de las pensiones, sin contar con nadie más que él mismo. Pero no transformó esa fuerza individual en una carga colectiva y hoy se encuentra en medio de una tormenta que él mismo desató sin poder contar con los demás.
Emmanuel Macron ha "matado a la mayoría presidencial", señaló Edouard Philippe, su ex primer ministro, que ahora es lealmente mayoritario con su movimiento Horizontes. Pero con la mente "en otra parte", afirmó él mismo, comprometido con la construcción de una "mayoría presidencial". Incluso una criatura macroniana como el primer ministro Gabriel Attal, que luchó como un león para liderar una campaña electoral improvisada y cuesta arriba, pidió a los franceses "elegirle" como futuro primer ministro, prometiendo "un antes y un después" en la práctica.
Y Bruno Le Maire, ministro de Economía desde el primer día de la presidencia de Macron, se desquitó con "los parásitos" que infestan "los edificios de la República". Fin de la aventura macroniana también para Gérald Darmanin, el hombre que vinculó su rostro al Ministerio del Interior de Macron y que ya anunció que ya no estará en el gobierno. También se dedicará "a una nueva aventura política", pero en su territorio electoral, la región Norte.
En sus 7 años en el poder, Macron ha tenido que afrontar ataques, chalecos amarillos, Covid, protestas callejeras contra la reforma de las pensiones que nadie había llevado a cabo antes, suburbios en llamas por el asesinato -hace exactamente un año- de la joven Nahel en un puesto de control policial. Le quedan tres años en el poder en el Elíseo, en convivencia con el enemigo, un primer ministro de extrema derecha o, menos probablemente, de izquierda. Y sin una mayoría que lo dejará aún más solo e indefenso.
Un cruce solitario que recuerda su paseo lento, sin nadie a su lado, en el patio del Louvre la tarde de mayo de 2017, después de ser elegido. (ANSA).
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