(ANSA) - ALDAIA, 03 NOV - Por la enviada Paola Del Vecchio - El teniente de la UME, portavoz de la unidad de emergencia del ejército español, no oculta su frustración por la tragedia ocasionada por las inundaciones que causaron más de 200 muertes en Valencia y el número de víctimas sigue acrecentándose con el paso de los días.
"El nivel del agua sigue siendo alto, anoche los buzos intentaron entrar para una primera inspección.
Llevará más tiempo drenarlo, lo intentarán de nuevo esta noche", dijo la misma fuente.
La labor de recuperar a los desaparecidos en los estacionamientos subterráneos de centros comerciales como el de Bonaire, a las afueras de Aldaia, en la periferia de Valencia, promocionado como el más grande de Europa, es la más complicada en la interminable batalla contra el fango para dar a las familias al menos un cuerpo que llorar.
Desde el miércoles, las bombas de agua bombean agua hasta el nivel libre -1 del aparcamiento, de 2.000 metros cuadrados con 1.800 plazas del estacionamiento, que la inundación del martes transformó en un enorme cementerio enterrado bajo 200 millones de litros de agua, según estimaciones de los técnicos.
Se extrajeron los primeros niveles de barro. Pero en una nueva inspección realizada esta mañana por buzos, con una lancha y varios kayaks, no fue posible identificar el número de coches estacionados ni las víctimas atrapadas en su interior. Podría haber familias enteras atrapadas muertas mientras intentaban escapar de la inundación.
La noche del sábado también llegaron los soldados de la brigada de exploración de alcantarillas: "Hasta el momento no hemos podido acceder, seguimos aspirando el fango con máquinas pesadas", explicó el teniente David Escribano, que como los demás no da estimaciones de posibles víctimas.
El silencio en la superficie, en un área del tamaño de dos estadios de fútbol cubiertos de barro, es pesado, como la espera de que llegue el horror.
Sara García, una estudiante valenciana de 24 años que se paga los estudios trabajando ocasionalmente en el McDonalds que hay al lado del estacionamiento, explicó en voz baja: "El martes, cuando a última hora de la tarde comenzó a llover, se cerró el acceso norte del estacionamiento en la superficie desde donde un río de agua empezaba a bajar para dirigir a la gente hacia el sur. Pero luego se apagó la luz y se produjo el caos".
"Alguien se las arregló para recuperar el coche y alejarse.
Otros se quedaron atascados. Muchos se refugiaron en el cine multisala, donde pasaron la noche". Los cines Bonaire, como aquí, los conocen todos, junto a Leroy Merlin, los outlets o el supermercado Alcampo que rodean la zona. "En esta zona las inundaciones son continuas, aunque no llueve, porque son provocadas por los torrentes de las zonas interiores que se agrandan y confluyen en la desembocadura del Turia", añadió.
Todo un ex pantano urbanizado, donde los riesgos se conocen desde siempre. "La gente está enojada, indignada, se siente abandonada ante la tragedia, que es inmensa. Ya habrá tiempo de determinar responsabilidades. Ahora es el momento de recuperar a las víctimas de los estacionamientos y limpiar las calles. No nos queda más remedio que seguir adelante", afirmó Guillermo Luján, alcalde de Aldaia.
Su municipio, de 31.000 habitantes, a 10 kilómetros al sur de Valencia, perdió al menos a seis personas, cuyos cadáveres fueron recuperados, pero hay muchos más cuyos paraderos se desconocen. Donde empezó a aflorar el horror fue en el estacionamiento del supermercado Consum de Benetusser, compartido con varios condominios adyacentes.
Por la tarde, tras drenar 2,4 millones de litros de agua y barro, se recuperaron los cadáveres de al menos dos personas, que habían sido identificadas el sábado en las primeras inspecciones. Uno estaba flotando en una rampa de estacionamiento. Tampoco en este caso la UME da información sobre la cifra de personas desaparecidas que podrían haber quedado atrapadas en el cementerio de barro. Pero según los vecinos de los edificios podrían ser una veintena.
Mientras muchos lloran por la desaparición de sus seres queridos en los continuos llamamientos televisivos, una nueva alerta meteorológica roja por las lluvias torrenciales volvió a aterrorizar a los habitantes de los municipios del Cinturón Sur.
Pocas horas después, en la playa de Pedralba, en la desembocadura del Turia, a 35 kilómetros de Valencia, se habían recuperado los cadáveres de tres personas, una pareja de ingleses y un español.
"Los hemos recuperado gracias a la ayuda de los voluntarios", aseguró el alcalde Andoni Leon, explicando que todavía hay dos "desaparecidos" en el municipio de 3.000 habitantes, aún no alcanzado por el ejército.
Durante toda la jornada la guardia civil patrullaba con drones desde arriba de las playas de El Saler y Pinedo, buscando cadáveres entre los escombros y troncos de árboles arrastrados hasta la desembocadura del arroyo Poyo. (ANSA).
Los primeros cadáveres emergen de los estacionamientos de la muerte
En Aldaia se siguen succionando 200 millones de litros de agua