"Nos sentimos abandonados por la Administración, pero arropados por todos estos jóvenes que han venido de muchos sitios", cuenta Pili Gallego desde el balcón de su casa en Paiporta, localidad considerada la "zona cero" de las lluvias torrenciales de hace una semana.
El ayuntamiento de Paiporta está sobrepasado ante el "desastre humanitario sin precedentes", dijo hoy en un comunicado, en el que pidió que una "autoridad supramunicipal" asuma las labores de coordinación.
El desbordamiento del barranco del Poyo que pasa por Paiporta provocó la muerte a 62 personas y los destrozos en esta localidad, de 29.000 habitantes.
"Mucho reírnos de esta generación de jóvenes, pero ellos son los que han dado el do de pecho", subrayó mientras los jóvenes voluntarios que pasan por su calle, llena de barro y con enseres amontonados, le van ofreciendo comida, agua y medicinas.
Entre los miles de jóvenes voluntarios llegados hasta aquí en estos días se encuentra un grupo de 10 italianos, estudiantes de Erasmus en la Universidad de Valencia, que fueron hoy a Paiporta, donde ayudaron en una peluquería a vaciarla del lodo y de todos los enseres destrozados, y limpiaron calles de barro.
"Parece la apocalipsis. Aquí ya no hay vida propia, solo se ve a gente de fuera", cuenta a ANSA una del grupo de italianos, Giada Vicedomini, de 20 años.
"Creía que la situación era mejor ya que ha pasado una semana, pero hay mucho por hacer", añade Giada, que dice que volverán los días "que haga falta".
Lamenta la "desinformación" que circula sobre esta tragedia, como la que ha llevado a sus compañeras de piso en Valencia a "no dejarme entrar cuando vuelva de Paiporta si no me ducho antes en otro lugar".
También llegó con ellos para quitar barro el argentino Ivan Krum, de 21 años, que vive en Valencia y que considera "impactante que haya tardado tanto tiempo la ayuda en llegar".
Delante de su vivienda, Fernando Guerrero, de 64 años, se emociona al agradecer a los jóvenes voluntarios por lo que están haciendo y dice que a su calle "el ejército no llegó hasta el pasado lunes, mientras que el miércoles ya había voluntarios".
Muestra la señal de 2,70 metros a la que llegó el agua en su garaje al tiempo que expresa su enfado porque "llevábamos dos horas con el agua a 2 metros cuando nos llegó el aviso de las lluvias".
Una vez que las viviendas fueron en su mayoría limpiadas de agua y barro en Paiporta, ahora la gente ha pasado a quitar el lodo de sus establecimientos, además de las calles, donde siguen amontonados una multitud de enseres, que van siendo retirados con máquinas poco a poco.
"Esto es un maratón", se escucha decir al final de la jornada a un trabajador que participa en las tareas, mientras que una china reparte entre los voluntarios cajas con arroz tres delicias para cenar. (ANSA).
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