Inmediato el coro de críticas, de las capitales afectadas, a la OTAN y la Unión Europea.
En resumen, la guerra sigue haciendo estragos en el trasfondo -por así decirlo- de las pasarelas diplomáticas de los últimos días. Con una novedad: Donald Trump -informa Financial Times- estaría dispuesto a seguir suministrando armas a Ucrania, si se respetan determinadas condiciones.
Por lo tanto, se confirma la atmósfera básica de esta fase del conflicto: los rusos presionan lo más posible, los ucranianos se defienden enérgicamente, Europa tartamudea esperando entender qué hará el magnate y (sobre todo) qué le pedirá que haga. Los cohetes, mientras tanto, no se frenan. Lo que salvó a las embajadas, afirmó el ministro italiano de Defensa, Guido Crosetto, fue probablemente "ese sistema puramente defensivo que, según algunos observadores y representantes presentes en nuestro Parlamento, no debería haberse enviado porque se habría arribado a la paz antes".
Pero no es solo Kiev la que sufre los embates rusos. Se informaron más víctimas en la ciudad fluvial de Jérson, que es objeto de bombardeos diarios por parte de los rusos.
Las Fuerzas Armadas rusas dijeron que efectuaron el rai -con misiles balísticos Iskander e hipersónicos Kinzhal- en "respuesta" a lo que dicen fue un ataque de Kiev con misiles estadounidenses Atacms y británicos Storm Shadow a la región rusa de Rostov, en el Don.
Las embajadas implicadas en el episodio son las de Albania, Argentina, Palestina, Macedonia del Norte, Portugal y Montenegro. Y no sólo eso. "El ataque con misiles rusos también destruyó el centro checo en Kiev, afortunadamente nadie resultó herido", anunció en la red X el primer ministro de Praga, Petr Fiala. "Moscú -añadió- ataca cada día a personas inocentes y no se detendrá ante nada, por lo que debemos hacer todo lo posible para detener su política agresiva".
En este punto la pregunta es lícita: casualidad o ataque deliberado?. El episodio sigue al asesinato en Moscú del general Igor Kirilov por parte de los servicios ucranianos, que suscitó la ira del Kremlin. "Ahora los funcionarios de la OTAN son objetivos legítimos", advirtió enseguida el expresidente Dmitri Medvedev.
La noticia de la agresión de hoy "está siendo recogida" por todos los medios de comunicación, observó Crosetto, porque las embajadas estaban "implicadas". "Sin embargo, cuando los hogares, las escuelas, los hospitales y las plantas de energía de Ucrania se ven afectados ya no causa sensación porque esto ocurre continuamente desde hace más de 1.050 días". Que el conflicto duró "demasiado" -copyright del canciller alemán Olaf Scholz- es una certeza generalizada y compartida, pero por sí sola no es suficiente para lograr una "paz justa" y esencial para cerrar el juego.
"He hablado con el presidente ruso y volveré a hablar con él", reiteró Scholz durante una rueda de prensa en Berlín con la primera ministra estonia, Kristen Michal, y resaltó que el objetivo de las conversaciones con Vladimir Putin es siempre "poner fin a la guerra y detener la agresión rusa" contra Ucrania.
Scholz y Michal instaron a los socios occidentales a aumentar la ayuda militar a Kiev. "Se necesitan más esfuerzos por parte del mayor número posible de Estados miembros de la UE", explicó Scholz, mencionando, en particular, la munición de artillería y defensa aérea. El socialista está en campaña electoral y quiere presentarse ante los alemanes como el candidato de la paz, o como el candidato capaz de poner fin al conflicto sin una escalada con Moscú (es decir, el Santo Grial que todos buscan desde hace tres años). Sin embargo, hasta ahora Berlín puso sobre la mesa -datos del Instituto Kiel- más de 13 mil millones para Ucrania: una cifra sustancial, solo superada por Estados Unidos, hecho que le permite alzar la voz. (ANSA).
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