"El reconocimiento y la recompensa del mérito y del esfuerzo humano tienen un fundamento, pero se corre el riesgo de concebir la ventaja económica de unos pocos como ganada o merecida, mientras que la pobreza de muchos se ve, en cierto sentido, como su culpa", afirmó el pontífice al recibir hoy en audiencia en el Vaticano a los participantes en el encuentro "Diálogos Minerva", promovido por el Dicasterio para la Cultura y la Educación.
"Este enfoque -advirtió- subestima las desigualdades iniciales entre las personas en términos de riqueza, oportunidades educativas y vínculos sociales y trata el privilegio y la ventaja como conquistas personales".
"En consecuencia -en términos esquemáticos- si la pobreza es culpa de los pobres, los ricos están exentos de hacer algo", señaló.
Según el Papa, "el concepto de dignidad humana -este es el núcleo- exige que reconozcamos y respetemos el hecho de que el valor fundamental de una persona no puede ser medido por un conjunto de datos".
"En los procesos de toma de decisiones sociales y económicas, debemos ser cautelosos al confiar juicios a algoritmos que procesan datos recopilados, a menudo de manera subrepticia, sobre individuos y sus características y comportamientos pasados", alertó.
Agregó que "tales datos pueden estar contaminados por prejuicios y preconcepciones sociales. Sobre todo porque el comportamiento pasado de un individuo no debe ser utilizado para negarle la oportunidad de cambiar, de crecer y de contribuir a la sociedad".
"No podemos permitir que los algoritmos limiten o condicionen el respeto a la dignidad humana, ni que excluyan la compasión, la misericordia, el perdón y, sobre todo, la apertura a la esperanza de un cambio de la persona", señaló Francisco.
"El valor fundamental que debemos reconocer y promover es el de la dignidad de la persona humana", así como "promover una mayor conciencia y consideración del impacto social y cultural de las tecnologías digitales, especialmente la inteligencia artificial", sostuvo.
Por último, dijo estar "convencido de que el diálogo entre creyentes y no creyentes sobre las cuestiones fundamentales de la ética, la ciencia y el arte, y sobre la búsqueda del sentido de la vida, es un camino para la construcción de la paz y para el desarrollo humano integral". (ANSA).
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