Vaticano

Gendarmes y enfermeros, ángeles que velan por Papa

Nuevamente ingresado en el Policlínico Agostino Gemelli

Redazione Ansa

(ANSA) - CIUDAD DEL VATICANO 7 JUN - Un pequeño círculo de total confianza está velando por el Papa Francisco, nuevamente ingresado en el Policlínico Agostino Gemelli, el hospital de los Papas que tuvo su paciente más ilustre en Juan Pablo II. Pero ahora también Francesco se convierte en un paciente asiduo.
    En estos casos, es el propio Bergoglio quien quiere tener cerca, entre los que tendrán contacto con él estos días, a sus dos enfermeras vaticanas.
    Se trata de dos profesionales, formados en Gemelli pero ya empleados en el Vaticano desde hace algunos años con el objetivo preciso de asistir al Pontífice en tareas de enfermería.
    "El Papa los conoce bien", informa una fuente vaticana. "Son dos personas a las que tiene un gran respeto y en las que tiene plena confianza. En particular a Massimiliano Strapppetti porque es a quien conoce aún mejor, desde hace más tiempo".
    Así, "además del equipo médico que realizará la intervención, serán ellos dos durante estos días de hospitalización quienes cambiarán el gotero del Papa, le medirán la tensión arterial, le darán a Bergoglio un vaso de agua o sus primeras comidas cuando el los médicos den el visto bueno para reanudar la alimentación", explica la fuente.
    "Siempre serán ellos quienes arroparán a Francisco, apagarán la luz por la noche, ajustarán las persianas (a menudo siempre cerradas) durante el día, lo ayudarán a levantarse cuando llegue el momento", agrega. "Y tal vez, serán todavía ellos quienes recojan las primeras confidencias y ciertamente los primeros lamentos de Bergoglio, tan reacio al inmovilismo y a las paradas forzadas".
    Más allá de este apretado cordón, los únicos, además de los médicos, autorizados a entrar en el apartamento del Papa en el décimo piso, son una veintena de gendarmes para garantizar su seguridad.
    Son los ángeles de la guarda de muchos viajes en Italia y en el extranjero. Esta vez el viaje que le acompañaron fue a pocos kilómetros del Vaticano, en el siempre caótico tráfico romano.
    Sin embargo, para Bergoglio es una de las pruebas más exigentes.
    (ANSA).
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