Luego, los invitó a dos citas, en Roma en 2025 para el Jubileo de la Juventud y en 2027 en Seúl, en Corea del Sur, para la próxima Jornada Mundial de la Juventud.
"Pasará de la frontera occidental de Europa al Lejano Oriente: este es un hermoso signo de la universalidad de la Iglesia y del sueño de unidad del que sois testigos", subrayó el pontífice.
Por lo tanto, la Iglesia mira hacia este océano de un millón y medio de jóvenes -muchos en un período histórico en el que los eventos juveniles masivos no suman estos números- para reiniciar, para revivir después de la pandemia, pero también después de los escándalos por abuso, que han arrasado con la credibilidad de sacerdotes y religiosos en muchos rincones del mundo.
Esta es una generación tomada por las redes sociales, por las relaciones virtuales, por lo que verlos codo a codo por las calles de la capital portuguesa, tumbados en sus sacos de dormir para dormir al aire libre por la noche, e incluso arrodillados para rezar, tiene cierto efecto.
Treinta cardenales, setecientos obispos, diez mil sacerdotes y un número indefinido de hermanos y hermanas estuvieron presentes hoy en la misa en el Parque Tejo. El Papa cierra la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa infundiendo valor a una generación frágil que ha perdido certezas en los meses del aislamiento por el Covid.
"A ustedes, jóvenes, que han experimentado esta alegría", a ustedes, que cultivan grandes sueños, pero muchas veces empañados por el miedo de no verlos hechos realidad; a ustedes, que a veces piensan que no pueden; que no son capaces, a ustedes, jóvenes, tentados en este tiempo a desanimarse, a juzgarse inadecuados o a ocultar su dolor enmascarándolo con una sonrisa; a ustedes, jóvenes, que quieren cambiar el mundo, y está bien que quieran cambiar el mundo, y luchar por la justicia y por la paz; a ustedes jóvenes, que pusieron su esfuerzo e imaginación, pero les parece que no es suficiente; a ustedes jóvenes, que la Iglesia y el mundo necesitan como la tierra de la lluvia; a ustedes, jóvenes, que son el presente y el futuro; sí, a ustedes, jóvenes, Jesús les dice: '¡No tengan miedo!'", exhortó.
El Papa vivió cinco días muy intensos, que parecían impensables tras la operación del abdomen. En cambio, Francisco confirmó su fuerza de voluntad que vence las dolencias y la edad. El cansancio, también ligado al calor y al ritmo acelerado de los días, se trasluce en algunos momentos, pero un hombre de 86 años difícilmente se sometería a tal proeza.
La mayor preocupación, incluso en estos días festivos, sigue siendo la de la paz y el Papa Francisco, clausurando la JMJ, ha querido dedicar un pensamiento a aquellos jóvenes que no han podido venir porque viven en países en guerra.
"Pensando en este continente, siento un gran dolor por la querida Ucrania, que sigue sufriendo mucho. Amigos, permítanme, a un anciano, compartir con ustedes, jóvenes, un sueño que llevo dentro: es el sueño de la paz, el sueño de los jóvenes que rezan por la paz, viven en paz y construyen un futuro de paz", expresó.
"Al regresar a casa, por favor continúen orando por la paz.
Ustedes son un signo de paz para el mundo, un testimonio de cómo las nacionalidades, los idiomas y las historias pueden unir en lugar de dividir. Ustedes son la esperanza de un mundo diferente", concluyó el Papa.
Así finalizó Francisco su viaje a Portugal.
El avión que transportaba al Pontífice y su séquito partió desde Lisboa y llegará al aeropuerto de Roma Fiumicino alrededor de las 20.15 (hora local). (ANSA).
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