Fue el primer sacerdote y mártir de Corea y hoy se procedió a la bendición de su estatua, instalada en uno de los nichos exteriores de la Basílica de San Pedro.
"Mientras Andrea Kim estudiaba teología en Macao, tuvo que presenciar los horrores de las Guerras del Opio -recordó Francisco-; sin embargo, en ese contexto conflictivo, logró ser semilla de paz para muchos, demostrando su aspiración de encontrarse con todos y hablar con todos." "Es una profecía para la Península de Corea y para el mundo entero, es el incentivo para convertirnos en compañeros de viaje y testigos de la reconciliación; es el testimonio creíble de que el futuro no se construye con la fuerza violenta de las armas, pero con esa dulzura de la proximidad", amplió el Pontífice.
"Encomendamos a San Andrés Kim el sueño de la paz en la península de Corea, que está siempre en mis pensamientos y oraciones", añadió.
Francisco recordó que en agosto de 2014 tuvo "la alegría" de visitar el país para encontrar a los jóvenes participantes en la VI Jornada Asiática de la Juventud. Además, subrayó, que Seúl será la sede de la próxima Jornada Mundial de la Juventud en 2027 y pidió dedicarse "con celo a la difusión de la Palabra de Dios". En particular, "quiero encomendar a los jóvenes a la Iglesia coreana", afirmó el Papa.
"A pesar de vuestra maravillosa historia de fe y de la gran labor pastoral que llevan a cabo con entusiasmo -concluyó Francisco-, muchos jóvenes, también entre ustedes se dejan seducir por los falsos mitos de la eficiencia y del consumismo, y se fascinan por la ilusión de hedonismo, pero el corazón de los jóvenes busca otra cosa, está hecho para horizontes mucho más amplios".
Entonces, llamó a "cuidarlos, buscarlos, acercarse a ellos, escucharlos, anunciarles la belleza del Evangelio para que, internamente, libres, se convierten en testigos gozosos de la verdad y de la fraternidad". (ANSA).
Leggi l'articolo completo su ANSA.it