Los desafíos, según el Pontífice, son "en particular el de la pobreza, es decir, el de las desigualdades, en un modelo económico que produce desechos y descartes; y el de la emergencia climática que pone en riesgo nuestro futuro en el planeta".
"Esta economía 'iluminada' -continuó el Papa- necesita orientaciones amplias, que ayuden a nuestra sociedad y tomen el camino del bienestar y la generación, y una política, también económica, enriquecida por la participación, la ciudadanía activa y las opciones responsables de los ciudadanos, en la lógica de la subsidiariedad que es el fundamento de la democracia".
Por ello, afirma el Pontífice a los participantes en el festival, "les pido a todos que no solo elaboréis teorías en esta dirección, sino que hagan suya la misión de unir a todos los hombres de buena voluntad".
"Sean capaces de mirar la economía y el mundo a través de los ojos de los más pobres, de los marginados, de los descartados. Trabajen con ellos y para ellos. Comprométanse con valentía y pasión, pero sobre todo que hagan prevalecer lo que une entre tantas divergencias que a veces debilitan el poder de la bondad con las intenciones más nobles. Solo juntos podremos afrontar los retos de nuestro futuro con valentía y creatividad", pide el Papa.
Francisco destaca que "necesitamos superar reduccionismos y lugares comunes: profundizando en una antropología donde la persona sea capaz de dar y de esa forma superior de racionalidad que es la inteligencia social, hecha de confianza y cooperación, podremos lograr una rica diversidad de formas de empresa y ver crecer el número de aquellos empresarios más 'ambiciosos', que no miran simplemente el beneficio sino también el impacto social y ambiental".
El Papa también abordó hoy el tema de la indiferencia, "uno de los grandes problemas del mundo de hoy", al que se debe responder con la esperanza, la que nos permite "cuidar a las personas en su integridad material y espiritual, en cuerpo y alma".
Lo hizo al recibir a Família da Esperança, una asociación fundada en Brasil hace cuarenta años para estar al lado de los más necesitados.
"Uno de los grandes problemas del mundo de hoy es la indiferencia, la seducción de la indiferencia, como recordé en la Encíclica Fratelli tutti. Ustedes, en cambio, no fueron indiferentes al dolor que veían en los rostros de tantos jóvenes, afligidos por un gran sufrimiento existencial, especialmente de aquellos cuyas vidas estaban destruidas por la droga y otras adicciones". dijo.
"Se han hecho prójimos, más aún, hermanos y hermanas de tantas personas que recogían de la calle y, como en la parábola del buen samaritano, las han acompañado para tratarlas, curarlas y ayudarlas a recuperar su dignidad", subrayó el Papa en su mensaje a los voluntarios brasileños. (ANSA).
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