"La crisis climática requiere una sinfonía de cooperación y solidaridad global.
"A través de la reducción de emisiones, la educación sobre el estilo de vida, la financiación innovadora y el uso de soluciones probadas basadas en la naturaleza, fortalecemos la resiliencia, en particular la resiliencia a la sequía", explicó Francisco, según el cual "es necesario desarrollar una nueva arquitectura financiera que responda a las necesidades del Sur Global y de los Estados insulares gravemente afectados por los desastres climáticos".
"La reestructuración y la reducción de la deuda, junto con la elaboración de una nueva carta financiera mundial de aquí a 2025, reconociendo una especie de deuda ecológica -hay que trabajar en esta palabra- pueden ser una ayuda válida para mitigar el cambio climático", propuso además el Papa.
Asimismo, exhortó a los presentes a "seguir cooperando en la transición de la actual crisis climática a la resiliencia climática con equidad y justicia social".
"Tenemos que actuar con urgencia, compasión y determinación, porque lo que está en juego no podría ser mayor", dijo.
Jorge Bergoglio señaló que un progreso ordenado "está también obstaculizado "por la búsqueda voraz de ganancias a corto plazo por parte de industrias contaminantes y por la desinformación, lo que genera confusión y obstaculiza los esfuerzos colectivos para lograr un cambio".
"El camino es difícil y está plagado de peligros. Los datos que surgen de esta cumbre revelan que el espectro del cambio climático se cierne sobre todos los aspectos de la existencia, amenazando los sistemas de agua, aire, alimentos y energía.
Igualmente alarmantes son las amenazas a la salud y el bienestar públicos. Asistimos a la disolución de comunidades y al desplazamiento forzado de familias. La contaminación del aire se cobra prematuramente millones de vidas cada año", señaló.
Hay tres soluciones propuestas por el Pontífice para invertir la tendencia: "adoptar un enfoque universal y una acción rápida y decidida, capaz de producir cambios y decisiones políticas; invertir la curva de calentamiento, buscando reducir a la mitad la tasa de calentamiento en el corto espacio de un cuarto de siglo; apuntar a la descarbonización global, eliminando la dependencia de los combustibles fósiles".
Además, para Francesco, "las grandes cantidades de dióxido de carbono de la atmósfera deben eliminarse mediante una gestión medioambiental que abarque varias generaciones".
"Es un trabajo largo, pero con visión de futuro, tenemos que afrontarlo juntos", añadió de improviso.
"Los datos sobre el cambio climático empeoran cada año y, por lo tanto, es urgente proteger a las personas y la naturaleza", insistió.
Según el Papa, "las poblaciones más pobres, que tienen muy poco que ver con las emisiones contaminantes, tendrán que recibir mayor apoyo y protección: son las víctimas".
Por último, afirmó que "la destrucción del medio ambiente es una ofensa a Dios, un pecado no sólo personal, sino también estructural, que pone en grave peligro a todos los seres humanos, especialmente a los más vulnerables, y amenaza con desencadenar conflictos entre generaciones". (ANSA).
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