Vaticano

Día D en Normandía debe evocar un "nunca más la guerra"

Francisco envía un mensaje al obispo de Bayeux por el 80 aniversario del Día D

Redazione Ansa

(ANSA) - ROMA, 05 GIU - "El desembarco evoca, de manera más general, el desastre que representa este terrible conflicto global donde tantos hombres, mujeres y niños sufrieron, tantas familias fueron destrozadas, tanta ruina fue causada. Sería inútil e hipócrita recordar sin condenarla y rechazarla definitivamente, sin repetir el grito de San Pablo VI desde el podio de la ONU el 4 de octubre de 1965: ¡Nunca más la guerra!".
    Así escribió el papa Francisco en el Mensaje en francés enviado al obispo de Bayeux, monseñor Jacques Habert, en el 80 aniversario del desembarco de Normandía.
    "Recordamos este colosal e impresionante esfuerzo colectivo y militar realizado para obtener el retorno a la libertad -afirmóel Pontífice-. Y pensemos también en cuánto costó este esfuerzo: estos inmensos cementerios donde se alinean las tumbas de los soldados, miles - en su mayoría muy jóvenes y, para muchos, venidos de muy lejos- que dieron heroicamente su vida, permitiendo así el fin de la Segunda Guerra Mundial y el restablecimiento de la paz, una paz que -al menos en Europa- duró casi 80 años".
    Según Francisco, "el desembarco recuerda también, infundiendo miedo, la imagen de estas ciudades normandas completamente devastadas: Caen, Le Havre, Saint-Lo, Cherbourg, Flers, Rouen, Lisieux, Falaise, Argentan... y muchas otras; y queremos recordar a las innumerables víctimas civiles inocentes y a todos los que sufrieron como resultado de estos terribles bombardeos".
    Para el Papa, "si desde hace varias décadas la memoria de los errores del pasado respalda la firme voluntad de hacer todo lo posible para evitar que se produzca un nuevo conflicto mundial abierto, conocido con tristeza que hoy ya no es lo mismo y que los hombres tienen poca memoria".
    "¡Que esta conmemoración nos ayude a reencontrarla! -auguró el Pontífice - De hecho, es preocupante que a veces se vuelva a tomar en serio la hipótesis de un conflicto generalizado, que la gente se vaya familiarizando poco a poco con esta posibilidad inaceptable".
    "¡La gente quiere la paz! -exclamó- Quiere condiciones de estabilidad, seguridad y prosperidad en las que cada uno pueda cumplir pacíficamente su deber y su destino. Arruinar este noble orden de cosas por ambiciones ideológicas, nacionalistas y económicas es un pecado grave antes de los hombres y la historia, un pecado ante Dios".
    "Por eso deseo unirme, Excelencia, a su oración y a la de todos los reunidos en su Catedral -continuó Francisco -: Oremos por los hombres que quieren guerras, por quienes las inician, las fomentan sin sentido, las mantienen y prolongarlas innecesariamente, o aprovecharse cínicamente de ellas. ¡Que Dios ilumine sus corazones, ponga ante sus ojos la procesión de desgracias que causan!".
    "Oremos por los constructores de paz -añadió-. Querer la paz no es cobardía, al contrario, requiere la mayor valentía, la valentía de poder renunciar a algo. Aunque el juicio de los hombres sea a veces duro e injusto hacia ellos, 'los operadores de paz serán llamados hijos de Dios' (Mt 5,9). Que, oponiéndose a la lógica implacable y obstinada del enfrentamiento, puedan abrir caminos pacíficos de encuentro y diálogo. Puedan perseverar incansablemente en sus esfuerzos y sus esfuerzos sean coronados por el éxito".
    "Recemos por último por las víctimas de las guerras, tanto de las guerras del pasado como de las del presente -concluyó el Papa -. Que Dios acoja en sí a todos los que han muerto en estos terribles conflictos, que venga a la ayuda de todos los que hoy sufren; los pobres y los débiles, los ancianos, las mujeres y los niños son siempre las primeras víctimas de estas tragedias.
    Que Dios tenga piedad de nosotros!". (ANSA).
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