Es un verdadero grito de alarma, una expresión de descontento generalizado y preocupación lo que han lanzado los empleados vaticanos a través del documento de Adlv, la Asociación de Empleados Laicos Vaticanos.
El documento detalla detallando una serie de críticas y supuestas penalizaciones que, además de no haber producido los resultados económicos esperados, impactan en el sentido de su trabajo en un lugar tan especial.
"Los empleados vaticanos, en tiempos recientes, se están interrogando sobre la naturaleza del trabajo en la Sede Apostólica y sobre el sentido del servicio", sostiene documento".
"Ser parte de la comunidad de empleados vaticanos debería significar ser miembro de una familia especial, caracterizada por valores específicos", agrega, en referencia a una carta firmada por Juan Pablo II, "que le confiere un carácter distintivo en comparación con las empresas externas, especialmente privadas".
Pero si se observan los cambios impuestos por la reforma económica impulsada por el papa Francisco, "¿hay una atención real a la 'persona humana'?" "Hoy, frente a la inversión de recursos realizada, ¿cuáles son los resultados de esta 'revolución'? No lo sabemos con precisión, ya que, desde hace algunos años, los datos del balance, que antes se comentaban en conferencias de prensa, no se publican. "No perdemos la esperanza de poder revisar el próximo balance final de 2023", lamenta el Adlv.
El "libro de quejas" comienza con los ajustes a los sueldos, como la suspensión del pago por antigüedad, "una medida que ha costado miles de euros al empleado, con un impacto significativo en pensiones y liquidaciones" y que no ha logrado "dar un giro radical a la situación financiera de la Santa Sede".
Se pone énfasis en las "medidas restrictivas" como "bloqueo de niveles funcionales, contrataciones, horas extra". Y se pregunta qué esperar de la "anunciada reforma de los salarios" y si "también se intervendrá en las pensiones".
Con una especie de grito de batalla: "obviamente, el Adlv no está dispuesto a permanecer indiferente si se adoptan medidas aún más perjudiciales para los empleados".
Y no es todo: "Además, vemos que continúan, para unos pocos, otorgando promociones y cargos en las direcciones: acciones que impactan en los balances y que no siempre se realizan con criterios de meritocracia".
Uno de los puntos delicados también son las tercerizaciones y privatizaciones, signo de un "cambio radical de rumbo: de una comunidad restringida, inspirada en los valores del Evangelio, a una empresa en todos los sentidos".
"Ahora se tiende a hablar de una 'cultura empresarial'.
Entonces, ¿en qué se está convirtiendo el Vaticano?", se pregunta el sindicato.
Y si "todo comienza con las empresas de auditoría externas", hoy los ejemplos no son pocos. El patrimonio inmobiliario, de competencia de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (Apsa), "ha sido gestionado por algunas agencias inmobiliarias italianas, que han establecido un acuerdo marco".
Siguiendo con la Apsa, "en cuanto al patrimonio mobiliario, las inversiones en títulos y bonos de todos los Entes/Dicasterios, han sido repentinamente desinvertidas y confiadas a sociedades mayormente estadounidenses", agrega el documento.
Luego está el caso de la Annona, el supermercado vaticano, que "pronto seguirá la misma suerte: su gestión será confiada a una conocida marca italiana. Los entre 30 y 40 empleados serán reubicados en el Vaticano, aunque no se sabe exactamente dónde".
"Tenemos la percepción de que el cuerpo se está desestructurando poco a poco. ¿Es una política que da resultados?, denuncia la asociación. ¿Por qué no fortalecer los recursos internos, que están cada vez más desmotivados y confundidos? ¿En qué dirección estamos yendo?".
Mientras tanto, el resultado es que los empleados están "cada vez más preocupados". Y "el descontento crece implacablemente, como lo demuestra la 'acción colectiva' llevada a cabo por algunos empleados de los Museos Vaticanos".
"¿Cuándo será la tan esperada apertura al diálogo?", concluye el documento. (ANSA).
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