El Año Santo 2025 arrancará, por tanto, con un gesto altamente simbólico, marcado por las indicaciones de la bula papal "Spes non confundit", que ya contiene un llamamiento a los gobernantes del mundo para que concedan "formas de amnistía" e "indultos de penas" a los encarcelados.
El gesto del Pontífice, para no quedar solo simbólico, se basará también en un acuerdo, ya suscrito entre el Vaticano, el ministerio de Justicia y el municipio de Roma, gracias a la cual los reclusos que lo soliciten y reúnan las condiciones requeridas, pueden obtener permisos especiales para realizar "trabajos socialmente útiles".
Entre ellos, la posibilidad de hacer de "voluntarios" junto con muchos otros voluntarios "ordinarios" que facilitarán el éxito del año jubilar.
"El papa Francisco quiere ser el primero en hacerse Peregrino de Esperanza", explicó Monseñor Rino Fisichella, "director" del Jubileo, en una conferencia de prensa donde también se presentaron los numerosos eventos culturales que anticiparán la apertura del Jubileo, incluyendo una exhibición extraordinaria de la Crucifixión Blanca de Marc Chagall que llega de Chicago.
"El 26 de diciembre, fiesta de San Esteban -dijo el pro-prefecto del Dicasterio para la Evangelización, Fisichella-, el Pontífice estará en la cárcel romana de Rebibbia para abrir también en ese lugar, símbolo de todas las cárceles esparcidas por el mundo, la Puerta Santa, signo tangible del anuncio de esperanza".
Como ya reza la Spes non confundit, en efecto, "en el Año jubilar -escribió directamente Francisco- estaremos llamados a ser signos tangibles de esperanza para tantos hermanos y hermanas que viven en condiciones de incomodidad", "los presos experimentan cada día, además de la dureza de la reclusión, el vacío afectivo, las restricciones impuestas y, en muchos casos, la falta de respeto".
De este "horizonte" maduró la firma del acuerdo con el ministro de Justicia, Carlo Nordio, y el comisario gubernamental, Roberto Gualtieri.
"Será una gran emoción", comentó hoy el mismo Nordio, "hay que conjugar la ley, la adecuación de la pena, con la necesidad de que esta tenga que tender a la reeducación. Debemos intentar reeducar a las personas que están expiando los errores que cometieron".
No podía faltar un comentario sobre los trabajos en curso que tanta "paciencia" requieren a los ciudadanos romanos en estas semanas: "Fui a ver la obra de la plaza Pía -dijo Monseñor Fisichella- y lo que puedo garantizar es que Piazza Pia será una joya, los romanos estarán contentos y estará listo a tiempo".
Por último, sobre la estimación del número de peregrinos que poblarán Roma durante todo el Año Santo, el pro-Prefecto confirmó la de los "32 millones" de peregrinos. (ANSA).
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