En el curso del año litúrgico la Iglesia honra públicamente, en fecha y modalidad preestablecida, a los Santos y los Beatos. Con todo, me parece importante que todas las Iglesias particulares recuerden en una única fecha a los Santos y Beatos, como también a los Venerables y los Siervos de Dios de los respectivos territorios", dispuso el Papa Francisco en una carta "para el recuerdo en las Iglesias particulares de los propios Santos, Beatos, Venerables y Siervos de Dios".
"No se trata de insertar una nueva memoria en el calendario litúrgico -explica el pontífice-, sino de promover con oportunas iniciativas más allá de la liturgia, o bien recordar en el seno de ellas, por ejemplo, en la homilía o en otro momento considerado oportunio, aquellas figuras que caracterizaron el camino cristiano y la espiritualidad locales".
Por ello, continúa el Pontífice, "insto a las Iglesias particulares, a partir del próximo Jubileo de 2025, a recordar y honrar a estas figuras de santidad, cada año el 9 de noviembre, fiesta de la Dedicación de la Basílica de Letrán".
"Esto permitirá a cada comunidad diocesana redescubrir o perpetuar la memoria de los extraordinarios discípulos de Cristo que dejaron un signo vivo de la presencia del Señor resucitado y siguen siendo hoy guías seguros en el camino común hacia Dios, protegiéndonos y sosteniéndonos -añade Francisco-. A tal efecto, eventualmente las Conferencias Episcopales podrán desarrollar y proponer indicaciones y orientaciones pastorales".
El Papa deja constancia en el papel que con la Exhortación Apostólica Gaudete et Exsultate quiere proponer una vez más a los fieles discípulos de Cristo en el mundo contemporáneo la llamada universal a la santidad. Ella está en el centro de la enseñanza del Concilio Vaticano II, en el que dejó constancia de que todo aquel que cree en Cristo, cualquiera que sea su condición o rango, está llamado a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad".
Conforme Francisco, "todos pueden reconocer a muchas personas que han encontrado en el camino testimonios de virtudes cristianas, en particular de fe, de esperanza y de caridad: conyuges que han vivido vivamente su amor, abrazando la vida; hombres y mujeres que han sostenido a sus familias en diferentes ocupaciones laborales y cooperaron en la difusión del Rey de Dios; los adolescentes y jóvenes que siguieron con entusiasmo a Jesús fueron pastores que a través de su ministerio realizaron los dones de la gracia para el pueblo santo de Dios, religiosos y religiosas que viviendo los consejos evangélicos fueron imagen viva de Cristo esposo".
"No podemos olvidar a los pobres, a los enfermos, a los que sufren, que en su debilidad han encontrado apoyo en el divino Maestro -afirma el pontífice-. Se trata de esa santidad "ferial" y "de la puerta de al lado" que siempre ha sido rica en la Iglesia extendida por todo el mundo".
El Papa insta "a dejarnos estimular por estos modelos de santidad, entre los que destacan en primer lugar los mártires que derramaron su sangre por Cristo y los que fueron beatificados y canonizados por ser ejemplos de vida cristiana e intercesores nuestros".
"Pensemos entonces en los Venerables, hombres y mujeres cuyo heroico ejercicio de las virtudes ha sido reconocido, en aquellos que en circunstancias singulares han hecho de su existencia una ofrenda de amor al Señor y a sus hermanos, así como los Siervos de Dios del cual están en marcha las Causas de beatificación y canonización", añade.
"Estos procesos demuestran cómo el testimonio de la santidad está presente también en nuestro tiempo, en el que brillan como estrellas los grandes testigos de la fe que han marcado la experiencia de las Iglesias particulares y, al mismo tiempo, han fertilizado la historia -concluye Bergoglio-. Todos ellos son nuestros amigos, compañeros de viaje, que nos ayudan a realizar plenamente la vocación bautismal y nos muestran el rostro más bello de la Iglesia, que es santa y madre de los santos".