A primera hora del día, en cambio, había decidido no acudir al Aula Pablo VI, a pesar de que su presencia había sido anunciada, para el sermón de Adviento del padre Roberto Pasolini.
Se trata de un período que significa una hazaña para el Papa: dentro de unos días se abrirá el Año Santo, coincidiendo con las celebraciones navideñas.
De hecho, son momentos llenos de acontecimientos (mañana por la mañana tendrá otras audiencias para saludar a la Curia y a los empleados del Vaticano), de encuentros personales y de preparación del gran momento de la apertura de la Puerta Santa.
Además, el viaje del 15 de diciembre a Córcega fue un compromiso más y esta mañana, teniendo en cuenta también que hace apenas unos días cumplió 88 años, el cansancio se notaba claramente en su voz.
Mañana habrá nuevas audiencias, mientras el domingo 22 se realizará el Ángelus con la bendición de las estatuillas del Niño Jesús.
Después, el 24 de diciembre se realizará el inicio del Jubileo y la misa de Nochebuena; el 25 será el Mensaje Urbi et Orbi, el 26 la apertura de la Puerta Santa en la prisión de Rebibbia.
Y esos son solo los primeros actos de estas fiestas navideñas que se prolongarán hasta la primera semana de enero.
Todos esos acontecimientos son un anticipo de lo que vivirá el Papa a lo largo de 2025, con dos o tres grandes eventos jubilares a los que asistir cada mes y prácticamente duplicando las audiencias generales.
Es difícil imaginar, sin embargo, que el Papa, por su papel y también por su carácter, decida dedicar más tiempo a su salud y al descanso.
Tampoco faltan los encuentros institucionales.
El 10 de enero verá al presidente estadounidense saliente, Joe Biden. Será una oportunidad para hablar con él sobre un tema que le toca muy de cerca: la abolición de la pena de muerte.
Precisamente por los quince presos que esperan la pena capital en Estados Unidos, el Papa pidió el 8 de diciembre que se les conmutaran las penas.
Es probable que haya hablado explícitamente de ello con el presidente Biden en la llamada telefónica de ayer.
Mientras, las miradas de muchos están puestas en la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, que se abrirá el 24 de diciembre a las 19 horas, antes de la misa de Navidad.
Será una ceremonia "ligera", breve y con pocos elementos, similar a la del Jubileo de la Misericordia de 2015 (y muy diferente a la del Gran Jubileo de Juan Pablo II en 2000).
Después de él, cruzarán la puerta del perdón una cincuentena de fieles llegados de todo el mundo, entre ellos, los niños.
Además de los italianos, estarán presentes peregrinos de Irán y Congo, Venezuela y Nigeria. Sin embargo, sólo hubo cuatro representantes de las autoridades civiles. (ANSA).
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